La UC dicta la pauta
Universidad Católica anunció duras sanciones contra los barristas que generen problemas en San Carlos de Apoquindo. Amparados en el derecho de admisión, o sea, yo dejo entrar a mi casa a quien yo quiera, le podrían prohibir el acceso por siete años a quien, por ejemplo, sea sorprendido portando un arma blanca.
Las medidas están minuciosamente detalladas y no resisten interpretación ni doble lectura. Por ejemplo: un año para los clásicos giles que trepan la reja y se creen vivos porque dilatan los partidos; cinco para quienes detonen fuegos artificiales o bengalas, y seis meses para que quienes lleguen con lienzos o molesten a los rivales con puntero láser.
Hasta este momento, la UC tiene a 157 de sus barristas con prohibición de entrar a San Carlos de Apoquindo.
El tema de la violencia en los estadios ha sido siempre un fierro caliente y nadie lo ha tomado con determinación. El gobierno acusa a los clubes y la ANFP de no ser eficientes en la organización de los espectáculos deportivos. Desde la vereda del balompié acusan a las autoridades de que la ley es ineficaz y claman por la presencia de los Carabineros. Todas las medidas propuestas en su momento se hicieron a medias (empadronamiento de hinchas, detectores de metales, cámaras de vigilancia y un largo etcétera). Es decir, se tiran la pelota entre ellos hasta que alguien la revienta a la galería.
Entonces, que la UC dé este paso concreto, algo que parece obvio y de sentido común, es un grandísimo logro. El tiempo dirá si las medidas de los cruzados fueron eficaces o no, pero haber dado el paso ya marca diferencias sustanciales no son solo con sus pares, los clubes, si no que con todo el resto de los actores que participan de la industria del fútbol.
Bien por la UC. Una auspiciosa forma de despedir el año.