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La elección de la ANFP, la teleserie, a esta altura insufrible, de la continuidad de Jorge Sampaoli y la otra teleserie, un bodrio por donde se lo mire, del partido suspendido entre Santiago Wanderers y Colo Colo, se han tomado la agenda noticiosa del fútbol.

Años atrás, cualquiera y muy reciente porque este no es un ejercicio de nostalgia, los titulares se los llevaba el entretenido e inocuo ejercicio de los posibles refuerzos. La llamada juguetonamente 'danza de nombres'. Por supuesto que los hipotéticos refuerzos, sobre todo en los equipos llamados grandes, superaban con mucho la verdad plasmada al final del estío. La fantasía del hincha, inflada por los medios siempre amigos de tocar el bombo en la fiesta, apuntaba a grandes jugadores, seleccionados chilenos, repatriados con trayectoria en Europa. Usted sabe, la Copa Libertadores estaba a la vista y no era cosa de ir a dar lástima.

Pero este ha sido un verano distinto, sucio, con varias manchas sobre el tapiz. La batalla campal en Playa Ancha todavía se siente como cilicios amarrados a la espalda. Lo de Sergio Jadue no termina por sorprender de mala manera: cada semana se conoce un nuevo desfalco, escándalo o arbitrariedad. Los hinchas, los de verdad, los que pagan la entrada y van a disfrutar del partido, han tenido pocas promesas de un futuro mejor.

La verdad es que, en la confusión, los clubes han sabido esconder bien lo poco que tienen para ofrecer de nuevo. Claro, que puedan llegar tres refuerzos no ayuda, pero ni ese número ínfimo ha sabido ser cubierto.

La U, por ejemplo, tiene en la mira a Gonzalo Jara que, de concretarse, sería el gran nombre del verano. ¡Jara! Mientras, Becaccecce se desvive por un lateral izquierdo que no aparece por ninguna parte. Católica anuncia con gran estrépito el regreso de Nicolás Castillo, quien viene de hacer una campaña paupérrima en Europa. El cabro puede ser, pero no puede convertirse en la solución que necesita Mario Salas. También se les enfrío José Pedro Fuenzalida y, como se fue Michael Ríos, no tienen volante por la derecha. Y también se fue Mark González ¿Quién lo reemplaza? Cordero. Vistiendo un santo con los harapos del otro. Para más señales ahora surgió la posibilidad de Sebastián Jaime para la vanguardia cruzada. Buen muchacho, pero ningún hincha cruzado saltará en dos patas con este refuerzo.

Colo Colo anda en las mismas o peor. Mosa no tiene un peso partido por la mitad. Ya se fueron Vecchio y Cáceres. Jorquera no llega y se apunta a Ramón Fernández, de gris paso por O'Higgins, como el nuevo enganche. También apareció en nombre de Fabricio Fontanini, desechado por Guede en San Lorenzo, para reforzar la zaga. Ojo, repito, desechado por Guede. 

La guinda de la torta es el posible retorno de Felipe Flores. Muy querido por la barra, muy metedor en los clásicos, no parece que sea el nombre para ganar la Copa Libertadores (perdonen la ironía brutal).

En fin, en cada informe de radio ADN, aparecen jugadores de la B, retornados que queman sus últimos petardos, elementos libres y accesibles, pero nada más. Hace pocos días se hablaba de futbolistas de Flandria y Estudiantes de Caseros para un equipo de provincia. Hablamos de tercera división argentina. Con otros refuerzos, la cosa es peor: los equipos, ya no los jugadores, son completamente desconocidos. Hoy por hoy traer un hombre que sea titular en Crucero del Norte o Godoy Cruz es una utopía.

La pregunta es de cajón ¿Dónde están los millones de dólares que genera el CDF? ¿En qué se gastan? No en estadios, porque esos los regaló el estado con el pago de sus impuestos, señor.