Construcción del perfil Sampaoli
En 2008 ejercí como psicólogo deportivo en las divisiones menores de O'Higgins. Un martes iba viajando a Rancagua y recibí una llamada del gerente deportivo, Pablo Hoffman. Me pregunta dónde voy y me pide apurarme. El club había recibido la mala noticia del suicidio de un jugador de las divisiones menores. Era un chico de los alrededores de Rancagua, quien había viajado el fin de semana a visitar a su familia cuando tomó esta drástica decisión.
La parte directiva decidió suspender el entrenamiento para el grupo de sparrings. Lo que vino a continuación fue inexplicable. Ingresó al camarín uno de los ayudantes de Jorge Sampaoli y les dijo a los jugadores: “¡Qué pasa muchachos! No sean cagones. Aquí no ha pasado nada. ¡Vamos a entrenar!". Y los jugadores tuvieron que entrenar.
Inexplicable. No solo porque fue contrario a una decisión que ya se había tomado desde la parte administrativa, sino por el poco respeto al duelo y la forma de referirse a los chicos que estaban en el camarín, algunos de ellos incluso llorando. Días después presenté mi renuncia.
De alguna forma este suceso marca los inicios el cuerpo técnico de Sampaoli. Con un foco fuertemente centrado en la tarea y muy poco hacia la relación. Preocupación obsesiva en ejecutar lo programado y llegar al fin a pesar de los medios. La meta es más importante que el proceso.
Unos meses después me enteré que, por la muerte del padre de Sampaoli, se cambió para la mañana un entrenamiento que estaba programado para un viernes en la tarde. ¿Con qué motivo? Para que Sampaoli pudiera viajar al funeral.