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El trabajo psicológico de Juan Antonio Pizzi

Juan Antonio Pizzi, nuevo entrenador de la selección chilena, deberá tener claro que por primera vez en su carrera tomará un seleccionado y no un equipo de jugadores pertenecientes a un club.

¿Qué diferencias tendrá esto? Primero que se encontrará frente a un grupo heterogéneo, es decir, jugadores que vienen de distintos lugares, con diversas idiosincrasias y estilos competitivos, que se reúnen cada cierto tiempo exclusivamente para jugar dos partidos.

Segundo: que tendrá poco tiempo para orientarse hacia la relación con ellos, o sea, para poder conocerlos personalmente. Esto influirá necesariamente en la posibilidad de conocer de manera más rigurosa algo esencial para dirigir óptimamente: los subgrupos y los líderes informales (los formales de alguna forma ya son conocidos y no varían sustancialmente como Claudio Bravo, Alexis Sánchez y otros).

Pero por otro lado, se encontrará con un equipo que, de acuerdo a la clasificación de los equipos hecha por Tuckman hace años, está en plena fase de normalización pasando hacia la fase de ejecución (ya han dejado atrás la fases como la de constitución y la de conflicto). Es decir, un grupo que se encuentra trabajando hace años, consolidado y que se conoce bastante bien, aunque presenten cada cierto tiempo conflictos personales que afecten al grupo (más de indisciplina que futbolísticos).

Por eso es que entre los 'roles y funciones psicológicas' que deberá realizar el seleccionador nacional, tendrá que incluirse necesariamente un importante trabajo mental con los jugadores, ya que además de ser un tema fundamental en cualquier proceso deportivo, lo es mucho más en este caso.

Desde lo colectivo algunas tareas a desarrollar serán:

1. Fortalecimiento de líderes formales: parece importante dado lo que ha estado pasando con Arturo Vidal y su indisciplina. Además, reforzar al capitán del equipo y a los otros líderes formales parece una tarea importante de reordenamiento.

2. Cohesión grupal: otro tema al que tendrá que avocarse el designado por la ANFP es mantener a este simple conjunto de jugadores como un verdadero grupo deportivo, buscando no solo esa cohesión social –buenas relaciones interpersonales-, sino que de manera evidente retomar la cohesión de tarea, vale decir, la unión del grupo mediante una clara meta deportiva, la cual se hace más difícil sobre una importante meta ya cumplida como fue la Copa América.

3. Motivación intríseca: ciertamente en un equipo que logró una clasificación al Mundial, una Copa América, cierto reconocimiento social y cada jugador mucho dinero, ha aprendido a movilizarse por refuerzos externos (motivación intrínseca), por ende, la labor de Pizzi será retomar la otra motivación, la intrínseca, o como la denominó Sampaoli en su momento 'el amateurismo', ya que, parece fundamental para mantener la motivación en el tiempo y reinventarse en el éxito.

4. Pequeña psicología: a nivel individual deberá tener un buen manejo de la 'psicología propia de cada jugador', potenciando los niveles anímicos y motivacionales (uno podría sospechar que se encuentran bajo incertidumbre por todo lo que ha pasado en la ANFP) y aumentar los niveles de focalización en lo competitivo. Y otros temas menores como la tolerancia a la frustración, la perseverancia, la disciplina táctica, que tienen un manejo más cotidiano, es decir durante los entrenamientos.

Por lo tanto, pareciera que si los dirigentes se han propuesto un cambio en la persona que dirija este proceso, éste debe llegar 'arropado' de todas las áreas que participan en la construcción y desarrollo de un deportista, ya que sería óptimo volver sobre todo los aspectos que dentro y fuera de la cancha hicieron a este grupo de deportistas con historias comunes un equipo exitoso.

Rodrigo A. Cauas E.
Psicología & Coaching Deportivo