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Iturra

La U merece algo mejor

Cuando la cabeza no tiene idea qué órdenes darle al cuerpo, la cosa anda mal. Pero cuando queda la sensación de que a les da lo mismo ganar que perder, se traiciona las raíces y el espíritu.

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La U merece algo mejor
Marcelo Hernández/Photosport

Cuando digo que la U se merece algo mejor, no me refiero a la concesionaria Azul Azul. Hablo de esos hinchas que estuvieron 25 años sin ser campeones, aguantando las burlas del archirrival. De los que soportan que los bromeen por no tener estadio. Aquellos que tienen como leitmotiv estar en las buenas y en las malas y que, de verdad, creen que más que una pasión es un sentimiento que llevan dentro de su corazón. Esos pobres no se merecen que les digan que las cosas andan bien, que el proceso está en evaluación, que todo está bajo control y que la cosa no es tan fea como se ve.

Subestimar la inteligencia de los fanáticos es un tremendo error. Los hinchas son apasionados, furibundos, viscerales y muchas cosas más. Pero, por ningún motivo, son giles. No hay argumento que contradiga lo que ven con sus propios ojos: una escuadra que no juega a nada, con futbolistas indolentes a quienes pareciera que les da lo mismo ir perdiendo, y con una dirección técnica que da las mismas señales que las que entrega un equipo de liga amateur de fin de semana: jugar al zapallazo o buscar la improvisación de alguno de los virtuosos.

La U puede tener equipos discretos y jugadores malos. Los ha tenido durante muchos años. Y los seguirá teniendo. Lo que no puede, lo que está estrictamente prohibido, es contar con jugadores que no sufran con una derrota, que no mojen la camiseta. Eso es contrario a la esencia de la U. ¿Por qué la barra se quedó una hora más cantando en el sector sur del Estadio Nacional aquella calurosa tarde de enero de 1989 cuando el equipo bajó a Segunda? El equipo era discreto, malo, pero corría y ponía, más allá de lo posible. Y ahí se firmó el pacto de amor eterno entre la U y sus seguidores.

Johnny Herrera, un hincha que es solidario con sus pares porque les da explicaciones personales cuando sus colegas fanáticos están disgustados, resumió todo en una frase el sábado en San Carlos de Apoquindo. Y no es necesario ser psicoanalista para interpretarla adecuadamente: "Católica quería ganar el partido en contrapartida nuestra que, quizá, no estuvimos acorde a lo que es la U".

Efectivamente. No estuvieron a la altura de la U.

Cuando la cabeza no tiene idea qué órdenes darle al cuerpo, la cosa anda mal. Pero cuando queda la sensación de que a les da lo mismo ganar que perder, se traiciona las raíces y el espíritu.

Otro hincha acérrimo de la U, Carlos Heller, debería advertir que los problemas pueden llegar a ser peores. Un hipotético triunfo ante el débil Unión La Calera, con la pirotecnia de ir a abrazar al entrenador incluso si anotan autogoles, no solucionará el problema. Será una aspirina o paracetamol más que oculte el dolor, pero que no lo sanará. Falta antibiótico, ojalá a la vena, porque la infección se ve grave y podría llegar a septicemia. Es decir, se podría pudrir todo. Aún más de lo que ya está.