La U merece algo mejor
Cuando la cabeza no tiene idea qué órdenes darle al cuerpo, la cosa anda mal. Pero cuando queda la sensación de que a les da lo mismo ganar que perder, se traiciona las raíces y el espíritu.
Cuando digo que la U se merece algo mejor, no me refiero a la concesionaria Azul Azul. Hablo de esos hinchas que estuvieron 25 años sin ser campeones, aguantando las burlas del archirrival. De los que soportan que los bromeen por no tener estadio. Aquellos que tienen como leitmotiv estar en las buenas y en las malas y que, de verdad, creen que más que una pasión es un sentimiento que llevan dentro de su corazón. Esos pobres no se merecen que les digan que las cosas andan bien, que el proceso está en evaluación, que todo está bajo control y que la cosa no es tan fea como se ve.
Subestimar la inteligencia de los fanáticos es un tremendo error. Los hinchas son apasionados, furibundos, viscerales y muchas cosas más. Pero, por ningún motivo, son giles. No hay argumento que contradiga lo que ven con sus propios ojos: una escuadra que no juega a nada, con futbolistas indolentes a quienes pareciera que les da lo mismo ir perdiendo, y con una dirección técnica que da las mismas señales que las que entrega un equipo de liga amateur de fin de semana: jugar al zapallazo o buscar la improvisación de alguno de los virtuosos.
Johnny Herrera, un hincha que es solidario con sus pares porque les da explicaciones personales cuando sus colegas fanáticos están disgustados, resumió todo en una frase el sábado en San Carlos de Apoquindo. Y no es necesario ser psicoanalista para interpretarla adecuadamente: "Católica quería ganar el partido en contrapartida nuestra que, quizá, no estuvimos acorde a lo que es la U".
Cuando la cabeza no tiene idea qué órdenes darle al cuerpo, la cosa anda mal. Pero cuando queda la sensación de que a les da lo mismo ganar que perder, se traiciona las raíces y el espíritu.