El aprendizaje del millón de dólares
Hace tiempo que quería escribir una columna analizando el paso de la anterior directiva de la Federación de Tenis de Chile y, sobre todo, el enojo que sentimos muchos por el millón de dólares que se perdió. Aquel que fue donado en una gran causa por el señor Musalem pensando en ayudar a los niños de escasos recursos.
En el tenis, por lo menos, nunca conocí a un jugador de ningún ranking que terminara como ellos me amenazaban. De todas formas siempre he dicho que yo juego tenis por mí, porque es lo que me hace feliz y lo voy a seguir haciendo mientras quiera. Y, basándome un poco en el estudio del Doctor Waldinger, no es el tenis en sí lo que me ha hecho feliz. Son las relaciones que he forjado, los rincones del mundo que he conocido, los amistades de diversas culturas que he logrado, las experiencias de vida tan espontáneas que siempre nos da este deporte como disfrutar de la lucha del tenis, ayudar a proyectos de niños de escasos recursos o a las ONG que defienden el medioambiente.
Todo esto es para hacerles un llamado a los altos dirigentes, que probablemente harán la vista gorda. Un llamado inocente e ingenuo.
Como ya sabemos que ni la fama ni el dinero ni el poder son cosas que aportan a la felicidad, entonces llamo a toda la gente, en particular a quienes ocupan posiciones de poder, que por favor no busquen enriquecerse con sus cargos, que no busquen acumular poder para inflar aún más sus egos. Y que no busquen fama. Nada de eso los hará felices.
Les pido que busquen relacionarse con quienes, según indican sus cargos, tienen que ayudar. Que sean empáticos con los otros seres humanos de cualquier condición. Esto genera sentimientos de compasión y amor que finalmente los llevarán a trabajar con ganas de cambiar nuestra sociedad.