Claudio Bravo, el capitán apareció en las instancias claves
Aunque empezó con muchas dudas y algunos errores poco acostumbrados en él, el arquero se afianzó en las instancias de llaves directas y descolló en la final.
El comienzo de la Copa América Centenario fue agrio para Claudio Bravo. El capitán tenía sobre sus hombros el peso de una negociación inconclusa y la necesidad de acoplar un proceso que estaba en su albor.
Como líder del grupo, además, enfrentaba un momento familiar bastante delicado por la salud de su hija recién nacida.
Esos condimentos le pusieron dura la pista al capitán de Chile. En el cuerpo técnico entendían que debían darle tiempo para asentar su cabeza en Estados Unidos. Necesitaban que cumpliera actuaciones memorables como las que acostumbra a ofrecer.
Durante toda la primera ronda –Argentina, Bolivia y Panamá- se le vio errático, cometiendo fallas impropias de él. Se mantuvo silencioso oyendo las críticas que arreciaban de parte del medio.
Volvió a enfrentar los micrófonos tras la apabullante goleada sobre México. Expulsó dos pelotas de su zona lo que le bastó para que su confianza y voz volvieran. El momento de consolidación fue cuando más importaba, en la final ante Argentina, en la definición a penales donde sacó a relucir su chapa de capitán.
Para Pizzi jamás fue duda. Su equipo parte por el hombre del Barcelona. Para las semifinales nuevamente recurrió a su portero. Ante los cafetaleros dio una muestra de toda su calidad y le inyectó una dosis extra de seguridad a un equipo que enfrentaba la fase terminal del torneo.