Matthews se une al club de ganadores en las tres grandes
El australiano remató una escapada por delante de Sagan, Boasson Hagen y Van Avermaet. El pelotón circuló con tranquilidad y Froome sigue líder.
Dos días después de Tom Dumoulin, justo en la siguiente etapa, otro ciclista se unió al club de ganadores en las tres grandes rondas: Michael Matthews. El australiano remató al sprint una fuga por delante de Peter Sagan, Boasson Hagen, Van Amervaet y el otro Dumoulin (Sam), en un final con sabor a clásicas, y se convirtió así en el 85º corredor (12º en activo) que completa la colección en el Giro, el Tour y la Vuelta. Por detrás, el pelotón se lo tomó con relativa calma y Chris Froome sigue líder sin mayores sobresaltos.
El Port d’Envalira, el puerto más largo (22,6 km) y el más alto (2.408 m) de esta edición, se subía de salida para despedir los Pirineos. Igual que en 1964. Aquel año, un mago de nombre Bellini había vaticinado la muerte de Jacques Anquetil en su descenso. Bahamontes, Julio Jiménez y Poulidor salieron como toros de chiqueros. El normando, que andaba triste y deprimido, se dejó 5:40 minutos en la cima. Este martes no había magos ni malos augurios. El patrón de la carrera, Froome, subió tranquilo al ritmo de su equipo. Y el papel atacante lo tomaron los candidatos a la montaña (Pinot, Majka…) y al maillot verde (Sagan). Ninguna fuga abrió hueco hacia arriba, salvo Rui Costa, que coronó con una veintena de segundos y se embolsó los 5.000 euros del Premio Henri Desgrange.
Rui Costa, pleno de felicidad estos días por el triunfo de Portugal en la Eurocopa, comenzó la bajada en solitario. Ese mismo descenso donde la predicción del mago Bellini mataba a Anquetil. Aquel día, el director Raphael Geminiani se acercó a su pupilo y le gritó: “Si tienes que morir, te lo suplico, que sea en cabeza, no delante del coche escoba”. Y Anquetil se lanzó en una electrizante bajada para cazar a sus rivales: “Que sea lo que tenga que ser”. Esa misma actitud tomaron este martes Sagan y Nibali, dos de los mejores descensistas del pelotón, en busca del luso.
El trío era de aúpa: dos campeones del mundo, Sagan y Costa, y un ganador de las tres grandes, Nibali. Pero la cosa no se iba a quedar ahí. Enseguida se incorporó Matthews, otro campeón del mundo, en este caso en categoría sub-23 en 2010. Un ciclista que rebosa clase y que ya ha sido líder de la Vuelta y el Giro. Tras ellos, poco a poco, el grupo aventurero fue creciendo con nombres de nivelazo: Landa, Van Avermaet, Cummings, Gallopin, Boasson Hagen, Gorka Izagirre, Chavanel, Samuel Dumoulin, Caruso, Impey y Durbridge. Hasta un total de 15, con el Orica en mayoría (tres).
El Sky permitió la alegría. Y a partir de entonces, el Tour se convirtió en una miniclásica, con algunos de los protagonistas que brillan en primavera. Sagan pasó primero por la meta intermedia, que era uno de sus objetivos en la lucha por el maillot verde, que vuelve a liderar, y luego rompió el grupo. Fue espectacular ver a Landa abrirse a su rueda porque no podía seguir el ritmo. En el corte definitivo de siete corredores se metieron los tres representantes del Orica. Sagan estaba muy fuerte, quizá el más fuerte, pero tuvo que desgastarse en los marcajes. Matthews era teóricamente el mejor al sprint. Y esta vez no dejó escapar una victoria que se le resistía en el Tour.