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No tapemos la tormenta con un dedo

A los más fanáticos del tenis seguramente se les puso la piel de gallina cuando Robert Farah dejó la volea en la red y le dio la épica victoria a Nicolás Jarry y Hans Podlipnik en el dobles sobre Colombia.

Emocionó ver a Marcelo Ríos, quien la mayor parte del tiempo parece tranquilo, casi indiferente, moverse por todo el court para darle instrucciones como pudiera a los chilenos y luego celebrar como pocas veces se le ve.

Fue un fin de semana de grandes emociones. Porque no todo comenzó así de feliz. La incertidumbre y vergüenza que se vivió en Iquique dio la vuelta al mundo y seguro que no pasarán inadvertidas para la ITF. Que bueno que así sea.

¿Se hará alguien responsable o, al menos, habrá un mea culpa? Difícil. Los culpables del bochorno por el impresentable estado de la cancha van desde la Federación de Tenis hasta la empresa a cargo de armar el court, pasando por la Municipalidad de Iquique, el Ejército (dueño del recinto) y el Gobierno. Y estaría bueno que todo esto fuera más allá del famoso imprevisto climático que, a estas alturas, ya tiene ribetes de huracán según nuestra dirigencia.

"Hoy viví la vergüenza más grande de mi vida tenística", dijo Marcelo Ríos, quien fue protagonista de la serie contra Argentina el 2000, que terminó con la descalificación de Chile cuando la gente empezó a tirar sillas a los argentinos. Así de grave es lo que ocurrió.

Se escuchó muchas veces durante estos dos días que "la cancha está muy mala para los dos". Como si diera lo mismo. Total afecta a ambos por igual. Esto deja de manifiesto algo más grave aún. No se tuvo ningún empacho en poner en riesgo el físico de nuestros propios jugadores, los que representan a Chile a nivel mundial, además de los visitantes que venían con una expectativa muy distinta.

Es cierto que hace mucho que el tenis pide a gritos un recinto propio donde se pueda jugar Copa Davis y no andar paseándose por el país, buscando al mejor postor. Es una necesidad que una vez más estará en el centro de atención y es fundamental no desaprovechar el momento para lograr lo que este deporte merece. Pero eso no justifica de ninguna manera que la cancha estuviera en tan malas condiciones para el día del inicio de la serie. Nunca en la vida se pospuso un partido para el sábado porque la cancha no sirviera. Se pudieron tomar previsiones y simplemente no se hizo.

Lo que consiguió el equipo chileno fue heroico, no sólo por ganarle a un equipo que en el papel era superior sino por sobreponerse a la incomodidad de las condiciones y la falta de respuestas claras de la dirigencia durante todo el fin de semana. Mérito exclusivo de ellos.

La nueva Federación encabezada por Ulises Cerda partió muy mal con su primera serie de Copa Davis, pero de acá a septiembre - se juegue de local o no - tiene la oportunidad de redimirse si enfrentan de manera valiente el castigo que seguramente recibirá Chile, aprenden la lección sin excusas y muestran una mejor imagen al mundo. Porque este equipo logró lo que parecía imposible hace un año y medio: pelear un lugar en el Grupo Mundial. Y más encima, con todo en contra.