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TOUR DE FRANCIA

Ion Izagirre salva el honor y Froome se coronará en París

El vasco de 27 años, que ya ganó una etapa del Giro en 2012, dio la victoria al Movistar y al ciclismo español en Morzine. El maillot amarillo no recibió ningún ataque.

Ion Izagirre celebra sonriente su victoria en Morzine.
AFP

Ion Izagirre salvó el honor del ciclismo español con una victoria en una llegada clásica del Tour de Francia: Morzine. El vasco de 27 años, que se adjudicó una etapa en el Giro de Italia 2012, lanzó su arrancada definitiva en la peligrosa bajada del Joux Plane, donde dejó atrás a dos brillantes descensistas: Jarlinson Pantano y Vincenzo Nibali. En el grupo de los gallos no hubo novedades, a excepción de una ofensiva del Katusha con Purito Rodríguez para meterle entre los diez primeros, y un ataque lejano de Roman Kreuziger que llegó a colocarle virtualmente en el cajón. Chris Froome cubrió el recorrido sin sobresaltos, sin que nadie probara cómo se había recuperado de su caída del día anterior, y este domingo se coronará por tercera vez en los Campos Elíseos. Romain Bardet y Nairo Quintana le acompañarán en el podio.

Cuando los cronistas ya estábamos comprobando cuál fue la última vez que el ciclismo español se marchó sin victorias del Tour, apareció Ion Izagirre. Para no desperdiciar el dato, que sepan que ya hubo sequía en 2013 y 2014. No hace tanto. Anteriormente hay que irse a 1998, cuando las escuadras nacionales dieron la espantada por el caso Festina, y a 1996.

Pues bien, decíamos que apareció Ion Izagirre. El vasco se había metido en la escapada de 37 corredores que se formó en los primeros lances de la jornada. Allí estaban los aventureros habituales: De Gendt, Pantano, Alaphilippe, Gallopin… Ilustres como Nibali o Rui Costa. Un valiente Kreuziger impulsado por Sangan en busca de un podio imposible. Y dos españoles: Erviti e Izagirre. Los dos ciclistas del Movistar buscaban consolidar la clasificación por equipos y, de paso, buscar una victoria que salvar a también el honor de la escuadra telefónica.

El Joux Plane iba a ser el juez de la cuarta y última etapa de los Alpes. Ahí llegaron destacaron Pantano, vencedor de la etapa de Culoz, y Alaphilippe, que cada vez nos recuerda más a Valverde. Ambos subieron a palo limpio: ahora te atizo yo, ahora me atizar tú. Por detrás venía un buen gallo de pelea, Nibali, que también tenía honores que salvar: el del Astana y el suyo propio. Enlazó con ambos y los remachó. No acabaría ahí la película. Ion Izagirre también alcanzó al dúo, pero se consigo a Pantano para formar el trío que se jugaría la victoria.

Izagirre se iba a jugar la victoria en uno de los descensos más complicados del ciclismo, aderezado con lluvia, contra dos de los más brillantes especialistas en bajada. A partir de ahora, habrá que meter también al vasco en el club. Nibali se había caído con Froome en un descenso del día anterior, Pantano perdió la trazada en el Joux Plane y pisó el pasto… Quizá el miedo o el respeto agarrotaron sus piernas. O quizá, simplemente, el hambre de Izagirre era más grande.

En esta penúltima jornada, el Movistar logró maquillar un triste Tour gracias al triunfo de Izagirre, el podio de Nairo Quintana (tercero) y la victoria por equipos. También se maquilla el ciclismo español, que coloca a dos ciclistas en el top-ten: Valverde (sexto) y Purito (séptimo).

Por la general no hubo más batallas, salvo la jugada del Tinkoff, que se impregnó del espíritu del ausente Contador y metió a Kreuziger en la fuga. El checo estaba 12ª en la general, a 9:45. Sagan tiró de su compañero durante kilómetros, poco antes de ser nombre el más combativo del Tour. Se lo merece por cosas como ésta. Kreuziger llegó a ser virtualmente segundo, pero la etapa se le hizo larga: llegó sexto y acabará decimo en París. ¿Y Chris Froome? Pues sus compañeros y sus rivales le llevaron a la sillita la reina hasta la meta. Nunca sabremos si le dolía algo del día anterior, porque nadie quiso saberlo.

Chris Froome