“La villa olímpica de Río de Janeiro está bañada en mierda”
El biólogo Mario Moscatelli alerta de verdad a los triatletas: “Los Juegos están a merced de la naturaleza. Es una ruleta rusa”.
Agosto de 2015. Diez toneladas de pescado muerto llenan las orillas del Parque Olímpico de Río de Janeiro. Un trágico escenario que no es nada común para los que viven en la llamada ciudad maravillosa. “La villa está bañada por mierda en todos los lados”, afirma el biólogo Mario Moscatelli, indignado. “Los nueve ríos que desaguan en las lagunas de la región olímpica —Barra da Tijuca y Jacarepaguá, en la zona oeste de la ciudad— están totalmente contaminados por basura y aguas fecales. Aguas que bordean las principales instalaciones y que parecen muy bonitas en la foto, están putrefactas”, explica el ambientalista.
En aquel entonces, un frente frío cambió las mareas y removió el fondo de las lagunas, desprendiendo gases, lo que ha provocado la muerte masiva de los animales y dejando toda la región olímpica “oliendo a huevo podrido”. Este fenómeno puede volver a repetirse durante los Juegos y afectaría no sólo la imagen —y olor— de los Juegos. Presenta un serio riesgo para la salud de los atletas que compiten en aguas naturales.
“Los Juegos están a merced de la naturaleza. Es una ruleta rusa. Una lluvia basta para llenar la Playa de Copacabana, sede del triatlón y las aguas abiertas, de basura y aguas fecales. Y los atletas ahí no tendrán barcos para protegerse. Que vengan vacunados contra la hepatitis C y no abran la boca en el mar”, recomienda.
Un paraíso destruido por la especulación
Barra da Tijuca y Jacarepaguá eran hace 50 años una enorme reserva natural virgen, formada por playas paradisíacas y lagunas. Ocupada de manera desordenada a partir de los 60, en poco tiempo se transformó en la niña bonita de las constructoras, que vieron en la última zona costera de la ciudad espacio para construir y una oportunidad de hacer dinero. Los grandes proyectos inmobiliarios de Río pasaron a concentrarse ahí, sin desarrollar un sistema de alcantarillado básico e infraestructuras.
Gracias a un desarrollo urbanístico voraz y descontrolado, hoy el sistema lagunar de Jacarepaguá está “muerto”, según el biólogo Mario Moscatelli.