Nunca es tarde
En 1999, con solo 17 años, Julio Peralta llegaba a Paris para jugar el cuadro junior de Roland Garros. Estaba al borde de los 20 mejores del ranking ITF e iba a ser el único representante del tenis chileno en la serie juvenil del Abierto de Francia donde el año anterior Fernando González había sido campeón en singles y dobles.
Aquel año todas las miradas estaban puestas en Marcelo Ríos quien era nuevamente uno de los máximos aspirantes al título. La historia sabemos cómo terminó, el Chino fue eliminado por Dominik Hrbaty en cuartos de final. ¿Peralta? No pudo jugar. Una molestia en la espalda lo obligó a borrarse del cuadro pocas horas antes del sorteo.
La carrera de este chileno nacido en Brasilia nunca fue fácil. Desde junior cuando las lesiones le impidieron jugar el tramo más importante de la gira europea hasta que decidió retirarse prematuramente del profesionalismo para estudiar y luego trabajar en Estados Unidos. Una secuencia terminal de lesiones, enfermedades y desavenencias con quienes financiaban su carrera lo impulsaron a bajar la cortina y elegir un camino distinto del tenis rentado.
Peralta lo intentó hasta los 22 años. Hasta entonces iba bien, muy bien. Había superado con rapidez la etapa de los torneos satélites y se había convertido en un jugador de challengers producto de un rápido ascenso que lo situó entre los 220 mejores del planeta. No estaba lejos de ser parte del gran mundo del tenis.
Sin embargo, una enésima lesión y la ruptura definitiva con TSP, la empresa que por aquellos años costeaba su carrera, lo hicieron tomar la decisión de abandonar el circuito. En 2005 entró a estudiar ingeniería comercial. En 2008, desentrenado, llegó a la final de un futuro y al año siguiente se instaló en Estados Unidos. Siempre matizando sus actividades con los interclubes en Europa.
Entre 2009 y fines de 2014, Peralta jugó torneos profesionales cuando tuvo ganas. En 2011 se animó en el Challenger de Braunschweig donde ganó cuatro partidos antes de caer estrechamente con portugués Federico Gil, entonces 91 del mundo. Una de esas cuatro victorias fue ante David Goffin, hoy undécimo del ranking mundial. Una postal más de su capacidad.
Afortunadamente para el equipo chileno de Copa Davis y el propio Peralta su carrera no estaba terminada. A fines de 2014 empezó a probar suerte en singles y dobles. En cinco meses se metió 600 del mundo en individuales y 200 en duplas. Tuvo que optar. A los 33 años era imposible jugar ambas disciplinas con la misma intensidad.
Hoy ya no figura en el ranking ATP de singles, pero este lunes aparecerá en la frontera de los 50 mejores del mundo en dobles. Una clasificación notable para un jugador que decidió que nunca es tarde para intentar escribir su historia en el tenis.
Después de ocho años, tras la inolvidable medalla de plata de Fernando Gonzalez en Beijing, el tenis chileno volverá a tener representación olímpica gracias a Peralta y Hans Podlipnik, otro protagonista de una historia increíble. Para quienes conocimos a Big Julius en sus inicios, nos deleitamos con su tenis elegante y ese revés mágico a una mano, que haya decidido jugar en serio, con continuidad y explotar al máximo su talento es una gran noticia.
Si los hermanos Bryan tienen 38 años, Nicolás Mahut, es número uno del mundo con 34 y Daniel Nestor top ten a los 43, Julio Peralta puede seguir jugando varios años más a un alto nivel. Quizá no le dé para ganar un torneo a los 49 años como McEnroe en San José, pero de seguro dará que hablar por un buen tiempo. Y eso es muy provechoso para un deporte que necesita estímulos y recuperar el estatus que dicta su historia.