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Real Madrid 3 - Sevilla 2

El Madrid se lleva la Supercopa ante el Sevilla de Sampaoli

El ex entrenador de la Roja estuvo cerca de conquistar su primer trofeo en Europa, pero los goles de Asensio, Ramos y Carvajal en el alargue lo evitaron.

El Madrid se lleva la Supercopa ante el Sevilla de Sampaoli
JONATHAN NACKSTRANDAFP

El Real Madrid volvió a hacerlo. Ganó la Supercopa de Europa con una obra de arte de Carvajal en el último minuto, tras haber llevado el partido a la prórroga con otro cabezazo de Ramos en el 93', minuto mágico como aquel con el que encarriló la Décima ante el Atlético. El Sevilla de Jorge Sampaoli, tras remontar el tanto inicial de Asensio, flaqueó con el mazazo de Ramos y acabó por entregar el duelo cuando Kolo le dejó con diez en la primera parte de la prórroga.

Sampaoli tuvo la pelota, el primer mandamiento de su dirección de laboratorio, y le faltó lo demás: la presión en el arco de Casilla, ese punto de fiereza que ha hecho del Sevilla un equipo indestructible en Europa y los automatismos de la era Emery, de la que sólo quedan restos sobre los que convendrá excavar.

El proceso de deshielo fue lento y llegó cuando el Madrid ya mandaba en el marcador. Sólo entonces dejó de sosear con el balón y metió cierta velocidad y gracia de medio campo hacia adelante. La primera puesta en escena hizo inexplicables las ausencias de Kranevitter y Konoplyanka, que tuvo una salida de galgo en la pretemporada. El gol del Mudo Vázquez, primer espada de su equipo, lo remendó casi todo antes del descanso. De Vietto no hubo noticias en todo el choque. Fue del Atético, en el sentido más decepcionante de la expresión.

Enfrente hubo un Madrid de posguerra, sin siete titulares, pero bien nutrido de canteranos, que siempre son depósito de compromiso. Con Modric en el banquillo, Kovacic fue un buen servicio de inteligencia durante la primera media hora. El ex del Inter parece haber dado el estirón y en torno a él se agruparon Isco, Lucas Vázquez y Asensio. La presencia de este en lugar de James fue un gesto torero del técnico premiado por el balear con un gol de bandera, con golpe de empeine desde 20 metros que fue abriéndose fatídicamente camino de la escuadra. El remate fue fabuloso. Asensio apunta a jugador renacentista, capaz de manejarse por dentro y por fuera, pero es aconsejable la prudencia. Juega, de momento, para quedarse en la plantilla y no para caminar sobre las aguas.

A partir de ahí, el Madrid, que tenía embridado el partido, fue hundiendo su centro del campo, olvidando a Morata, que sigue sin levantar la voz, enganchado en el fuera de juego demasiado a menudo, y convirtiendo al Sevilla por un rato en la alimaña que un día fue. Aquella cómoda defensa por acumulación se rompió con el zurdazo de Vázquez, una bala perdida que tumbó a Casilla.

Así que el Madrid se vio en un volver a empezar en la segunda mitad, con el equipo muy vencido a la derecha y Lucas Vázquez liderando el efecto rebote. Antes de la llegada de Benzema, el propio Lucas e Isco probaron suerte desde lejos. Tardó un minuto el francés en mandar un cabezazo que no encontró el blanco, en el enésimo envío de Lucas. Y en ese punto de equilibrio sosote llegó el penalti de Ramos a Vitolo, al que ayudó tanto el sevillista como el central con su gesto imprudente sacando el tacón para abortar el recorte.

Para entonces ya andaba en el campo Modric, uno de los tres futbolistas (con Cristiano y Bale) con honores de jefe de Estado en el equipo de Zidane. Con él el Madrid fue otra cosa. El Sevilla pretendió refugiarse bajo los soportales, cediendo el terreno y la iniciativa. No resultó. A la tremenda, Ramos, siempre Ramos, en los terrenos de Morata y Benzema, remató a placer un centro de Lucas, la gran fuente de suministros. Corría el 93', definitivamente el minuto de su vida, y el Madrid se agarraba al salvavidas de la prórroga. Ahí mandó sobradamente, más tras la roja a Kolo. Le anularon un gol a Ramos y creó ocasiones para sentenciar, sobre todo dos de James y otra de Lucas, ante un Sergio Rico impenetrable. El meta estuvo a todo hasta que llegó la genialidad de Carvajal, para probar que la inmortalidad del Madrid es casi científica.