Ediciones
ADN RadioConcierto Radio
Resultados
Síguenos en
Hola

Julio González

La nueva vida del goleador paraguayo que perdió un brazo

Ganó la medalla de plata en Atenas 2004 y un año después, tras un accidente de tránsito, se le amputó el brazo izquierdo. Aquí el relato del ex futbolista que le ganó por paliza a la vida

La nueva vida del goleador paraguayo que perdió un brazo

La carrera de Julio González Ferreira iba en franco ascenso. El delantero paraguayo fue figura del Preolímpico de Chile 2003, alcanzó la medalla de plata en los JJ.OO. de Atenas 2004 y en 2005 se transformó en goleador de la Serie B del fútbol italiano jugando para el Vicenza. Con 24 años, el goleador formado en Guaraní tenía un precontrato firmado con la Roma y se preparaba para disputar el Mundial de Alemania 2006. El técnico de ese entonces, Aníbal Ruíz, ya le había confirmado que estaría en la cita planetaria.

Pero en diciembre de 2005 todo se derrumbaría. González protagonizó un violento accidente de tránsito en Italia. El resultado fue catastrófico para el goleador: se le amputó el brazo izquierdo. Los pronósticos decían que era prácticamente imposible que volviera a jugar fútbol. El medallista olímpico debía empezar su vida prácticamente de cero. Y lo hizo, con una entereza que emociona hasta el día de hoy.

El preacuerdo que había firmado con la Roma se fue al tacho de la basura, pero Vicenza en señal de agradecimiento le extendió el contrato por 18 meses más para que pudiera iniciar su rehabilitación en Europa. El camino fue duro y después de un año y medio decidió volver a su país natal. El objetivo: volver aunque sea una vez a jugar profesionalmente.

El modesto club Tacuary le abrió las puertas y allí estuvo por dos años, hasta que un día dijo "basta". "Resultó muy complicado disputar balones divididos sin un brazo. A los adversarios también se les hacía difícil marcar a alguien así. Yo me daba cuenta, aunque nunca sentí falta de profesionalismo de mis compañeros ni de mis rivales. El 2008 me lesioné la clavícula al disputar un balón y decidí colgar los botines. Podía pasar algo más peligroso, esa advertencia siempre estaba por parte de los médicos", cuenta el seleccionado guaraní, quien recibe a AS Chile en su casa en Asunción.

"Todo el mundo decía que iba a ser imposible que volviera a jugar y yo quería demostrar que sí podía. Lo intenté por dos años y después de mucho sacrificio jugué mis partidos de vuelta, me quité la espinita y dije 'misión cumplida'", agrega entre risas.

Hoy, la vida le sonríe al ex futbolista de 35 años. Terminó el curso de director técnico, tiene su propia escuela de fútbol y es el encargado en Paraguay de las filiales del Inter de Milán. Trabaja con 300 niños y eso lo llena de vida, dice, con lo que mas valora lo mal que lo pasó hace más de diez años.

"Lo más duro fue el proceso de aceptar lo que pasó, de pensar que días antes corrías y marcabas goles en Italia, que eras una persona importante y que días después estabas postrado en la cama de un hospital, sin poder hacer nada por ti mismo. Cuando salí del hospital sufrí de una operación al brazo derecho, estuve seis meses con ese brazo inmovilizado y volví a ser un niño. No podía comer solo, ni vestirme, ni ir al baño ni nada. Fueron los meses más difíciles de mi vida. Me costó asimilarlo y salir adelante", confiesa.

El relato emociona, pero González Ferreira no quiere detenerse. Sabe que sus palabras serán un empujoncito para quien tenga un problema. "La familia fue fundamental para no decaer. El apoyo de los que estaban cerca mío, saber que tenía hijos maravillosos por los que luchar día a día. También mis padres, mis hermanos y un montón de gente que no te dejaba estar triste ni desmotivarte", agrega.

Hoy, el ex delantero vive del dinero de dos seguros profesionales que cobró al marcharse de Vicenza. Eso, sumado a sus trabajos en Paraguay y sus ahorros, le hacen llevar una buena vida. Al mirar atrás, Julio González sabe que dentro de todo el accidente le dejó cosas positivas. "Fue muy duro ver todo lo que se me venía con 24 años. Este accidente cortó todo, pero siempre demostré y dije que lo más importante era la vida. Hoy sigo luchando y disfrutando del fútbol con amigos a nivel amateur, marcando goles y divirtiéndome. Es lo que trato de hacer día a día. Quiero transmitir mis experiencias a los niños. Hay que disfrutar al máximo lo que uno tiene y lo que le puedes otorgar a la gente que tienes cerca", cierra el medallista olímpico.