No hay caso
Es cierto, el penal de la Gata Fernández pudo haber cambiado el rumbo del partido. También las claras ocasiones que dispuso el cuadro universitario. Pero como viene ocurriendo hace rato la pelota no entró y los atenuantes sirven de poco y nada. Es una historia demasiado repetida en el derrotero de la U.
El equipo azul padece un problema profundo, basal. No tiene peso en el área ni jugadores de carácter que hagan la diferencia en momentos complicados. Da la sensación que hallarle la vuelta al planteamiento de Beccacece termina siendo una tarea simple para los técnicos rivales. Este domingo Dalcio Giovagnoli, un entrenador 17 años mayor y que ya fue campeón en el fútbol chileno, le ganó la pulseada con orden y plena eficacia ofensiva.
En la conferencia de prensa posterior a la derrota ante Cobresal, Nicolás Diez, el ayudante de campo de la U, dijo que el equipo dispuso entre 15 y 18 ocasiones de gol. Probablemente, el volumen de ataque azul no alcanzó tal dimensión, pero fue un partido donde el cuadro de Beccacece buscó por todos lados y tuvo múltiples opciones. El problema, como reza un antiguo y pertinente lugar común en el fútbol, es que los goles no se merecen, se hacen.
La imagen de los futbolistas del conjunto laico retirándose cabizbajos de la cancha es una postal de la temporada. Y, en verdad, buscar explicaciones coherentes se torna complejo. Este domingo el equipo no jugó mal, pero volvió a perder. Todo lo que pudo ser mejor acabó de la peor manera. ¿Un botón de muestra? La pésima decisión de Fernández de picar la pelota en el penal. No están los tiempos en la U para cometer una burrada así. El equipo está sin margen y hacer un Panenka no resiste análisis.
La U fue el club que más invirtió y se reforzó, la plantilla más costosa del fútbol chileno, pero sigue de la mitad de la tabla hacia abajo cumplido prácticamente el primer tercio del campeonato. Un fracaso evidente porque la campaña no puede disociarse de primer semestre. Los números son lapidarios: cinco victorias en nueve meses
Este semestre, el plantel decantó, hubo fichajes importantes, un desembolso inédito para la realidad local, pero aun así los resultados brillan por su ausencia. Cuesta entender que un equipo que trabaja arduamente en la semana, tiene un técnico estudioso y dedicado e individualidades relevantes no cuaje, no responda, no sea competente. El receso por las clasificatorias le dio a Beccacece dos semanas para rehabilitarse de la derrota en el clásico universitario. ¿El resultado? Una nueva decepción.
El próximo jueves, el técnico argentino tendrá su última opción para recuperar algo de crédito: la Supercopa ante Universidad Católica. Si es campeón, recibirá un tubo de oxígeno para encarar las próximas fechas del Apertura, si pierde la presión será feroz, si es goleado, como hace dos semanas, su continuidad será insostenible.
Todos sabemos que Beccacece sigue siendo el técnico de la U por motivos financieros, por el cerro de dólares que implica su despido. En Azul Azul decidieron aguantar el chaparrón y extenderle el crédito. El punto es qué ocurrirá si los cruzados vuelven a ganar.