Rosberg gana en Singapur y saca a Hamilton del liderato
El alemán de Mercedes se impuso en Marina Bay por delante de Ricciardo y Hamilton. Alonso adelantó cuatro puestos en la salida. Un toque relegó a Sainz, que finalizó 14º.
Mirada al frente. Soledad. La noche de Singapur, las luces de colores, papel celofán con brillantina, el envoltorio de este deporte de héroes que se juegan la vida por un momento de gloria. Y alguna cosa más. ¿Qué pensaría Fernando Alonso en ese momento? Recta de meta. Ha llegado antes que el resto de pilotos, espera el himno de Singapur, los niños vestidos de trajes típicos, los tambores y los que mandan en esta historia de la F1. ¿Qué pensaría? Quizá en el avión de la noche, en su nueva novia, en esa historia de que su coche se les había caído a los mecánicos, en el cigarro de Arrivabene, en que hacía calor… o en la manera de ganar posición en esa salida. Quizá en eso, este tío es piloto de carreras a veces las 24 horas del día. Más aún antes de tomar la arrancada de un gran premio.
Hay pilotos de talento, pilotos de calidad, pilotos agresivos, pilotos finos o pilotos de adelantamientos, pilotos a una vuelta o de entrenamientos… y hay pilotos de carreras. Ahí está Alonso. El asturiano es el único piloto capaz de llevar un coche mediocre a luchar por estar entre los cinco primeros. Por soñar, al menos eso.
El español salió como un relámpago y rozando el muro se metió por la derecha a Kvyat mientras Sainz y Hulkenberg se tocaban y Fernando iba a por Raikkonen. Del noveno al quinto. Y a partir de ahí luchar con coches muy superiores en este trazado como el Red Bull de Verstappen, el Force India de Checo Pérez, el Toro Rosso de Daniil Kvyat… y el Ferrari de Sebastian Vettel. Y con el tetracampeón esta vez no pudo en una pista en la que volaba el coche rojo, ese que dejó el astur para intentar la aventura de regresar a las estrellas desde el núcleo interno de la tierra. Finalmente sexto. Pudo aguantar al principio a Sainz, Kvyat y Verstappen, después a Pérez, Magnussen y otros, pero no a Vettel que llegó desde la última posición para, con una estrategia perfecta y un buen pilotaje, quitarle la quinta plaza con la que Alonso soñaba.
Faltaban casi veinte vueltas para el final y cuando quedaban ocho llegaba por detrás Verstappen. Y le pasó con un coche y unos neumáticos casi dos segundos más veloz. Séptimo final Alonso. Gran resultado, pero los sueños sueños son. Es así, ahora para Fernando ser quinto es un sueño.
Soñar, ese será también el intento utópico de Carlos Sainz. El madrileño estaba ante la carrera de su vida cuando le tocó Hulkenberg y después le metieron en boxes obligatoriamente a arreglar un trozo de coche desprendido cuando estaba delante de Verstappen. Aquí hay un piloto, uno de los grandes.
Los españoles protagonizaron luchas, pero por delante había otras, una por la victoria entre Rosberg y Ricciardo. Otra por el tercer puesto entre Hamilton y Raikkonen. El británico había tenido problemas de frenos durante toda la carrera y entonces llegó el momento en el que le metieron a cambiar neumáticos cuando era cuarto tras Kimi. ¿Y qué hizo Ferrari? Meter a Kimi hasta que el finlandés perdió el podio. La vida sigue igual en Maranello.
Por delante seguía Rosberg batallando con sus neumáticos, con una parada menos, y Ricciardo. El alemán salió perfecto, aguantó con el safety car, rodó tranquilo y sin errores y al final con gomas mucho mas gastadas pudo aguantar al límite al australiano para conseguir una nueva victoria y el liderato en el campeonato. Octavo triunfo para el alemán. Cuatro décimas. Nico, cuando parecía que Hamilton había vuelto a destrozarle la moral, ha regresado. Líder. Faltan seis grandes premios y la emoción es total. Y además en algunos circuitos vamos a ver que Mercedes tiene cerca a Red Bull y Ferrari. Y por detrás McLaren Honda llega para intentar el milagro de acercarse. Acaba la carrera, fuegos artificiales en el cielo de Marina Bay, película de ciencia ficción en el universo de la Fórmula 1. Luces, papel… y los pilotos terminan, con cuatro kilos menos, agotados de buscar la gloria.