Herencia nefasta
Termina septiembre y mientras en decenas de países alrededor del mundo se juega tenis profesional, Chile brilla por su ausencia como organizador de torneos. ¿Las razones? Dos. Un bloqueo de platas del Instituto Nacional del Deporte a raíz de rendiciones pendientes y la exigencia de restituir más de 35 millones de pesos por arriendos improcedentes en el predio de avenida Cerro Colorado. Ambos temas, herencia de la administración de José Hinzpeter.
El panorama es complejo para las nuevas autoridades que no cuentan con financiamiento estatal y buscan vías alternativas para cumplir aunque sea mínimamente con calendario. Ocurre que el IND levantó la sanción de manera temporal y proveyó los recursos necesarios para que Chile disputara la Copa Davis en Canadá y asistiera al mundial sub16 de Hungría, pero dejó afuera a los torneos futuros. Y así, sin competencia a un centenar de tenistas jóvenes.
Durante los últimos años, el generoso aporte de ADO permitió la subsistencia de los torneos futuros. Estos campeonatos, rentados, son indispensables para el desarrollo del tenis de cualquier país ya que representan la base de la pirámide para aquellos tenistas que se inician en el profesionalismo. Antes los futuros comprendían cuatro semanas: se llamaban satélites y, para que se haga una idea de su relevancia, en 1992 Marcelo Ríos ganó uno de estos certámenes tras adjudicarse la etapa de Concepción y llegar a semifinales del master que se disputó en el estadio Nacional. Gracias a esos puntos el Chino se metió, con 16 años, entre los 600 mejores del ranking ATP.
Ejemplos abundan. Todos los número uno de Chile de los últimos 25 años y grandes tenistas de la región como Guillermo Coria, Gastón Gaudio, David Nalbandián, Mariano Puerta, Guillermo Cañas e incluso Juan Martín de Potro disputaron satélites o futuros en Chile. El primer título profesional del Mago Coria fue un futuro en Temuco. Hoy, entrando al décimo mes del año, Chile no ha sido capaz de organizar uno solo de estos campeonatos por los horrores administrativos de la gestión pasada.
El tenis es un deporte donde, sabemos, la dependencia de los recursos es determinante. Si Guillermo Capdeville no hubiese invertido 150 mil dólares en la carrera de su hijo, Paul no hubiese podido rankearse entre los 20 mejores juveniles del mundo y jugar hasta autofinanciarse. Capdeville llegó a ser 76 de la ATP y ganó más de un millón cien mil dólares en premios. Lamentablemente, la gran mayoría de los jugadores chilenos no tiene dinero suficiente para viajar durante el año y, en consecuencia, los torneos que se organizan en casa son cruciales para sus finanzas y desarrollo deportivo.
Actualmente, la camada de jugadores nacidos entre los años 96 y 98 no tiene dónde jugar. Salvo unos cuantos cuyas familias echan mano a su patrimonio, se encalillan, reciben aportes solidarios o logran que alguna empresa amiga les financie un proyecto a cambio de exenciones tributarias. Son contados con los dedos de una mano los jugadores de esta generación que han podido ir de gira. Marcelo Tomas Barrios, es uno de ellos. El mejor de todos. Y debe viajar por el mundo en busca de los puntos ATP. ¿En Chile? Cero. No quepa duda que si pudiera sumar puntos en casa su familia lo agradecería muchísimo. Barrios, al menos, tiene un apoyo razonable y la calidad necesaria para destacar y avanzar en el ranking más allá de nuestras fronteras.
Si bien los futuros son los torneos orientados a los jugadores que recién comienzan, constituyen también una instancia relevante para aquellos tenistas de mayor experiencia que necesitan mejorar su ranking. Este año Christian Garín ganó tres futuros para subir en la clasificación y convertirse en un jugador neto de challengers. Gonzalo Lama, se adjudicó dos futuros en Chile en 2015 que le ayudaron a iniciar esta temporada con un ranking más elevado. ¿Podrá defender esos puntos en casa? ¿Se harán los cuatro futuros que se anuncian para fin de año con financiamiento privado?
Nadie pide ser Turquía que este año ha organizado más de 30 futuros o Estados Unidos, Italia, España, Francia o Egipto que superan con holgura los 20 campeonatos. La comparación debe ser con Argentina, Brasil y Colombia que nos duplican en el número de torneos. Según el sitio oficial de la Federación Internacional de Tenis, nuestro país organizará este año siete futuros. En una de esas, si aparece Mandrake, el Mago, Chile cumple. La autoridad política mira para el techo y se escuda en los “millonarios aportes” entregados anteriormente.
Esta sombría realidad para un centenar de tenistas y sus familias no puede ser indiferente. Es el resultado de una herencia nefasta, de la bicicleta financiera, de la inoperancia máxima. Total, mientras se pudo hacer y las platas iban y venían, el tenis funcionaba. La pregunta es ¿a qué costo? ¿Quién responde hoy por la indefensión de estos jugadores? Los responsables administrativos descansan plácidamente en sus casas mientras los jugadores se matan entrenando a ver si se produce el milagro y el tenis profesional revive a fin de año. Por lo pronto, solo cabe darle las gracias a Tenis Chile que todas las semanas organiza campeonatos con 200 dólares en premios para que los jugadores jóvenes tengan una motivación extra para seguir entrenando y competiendo. De lo contrario, tendríamos que haber bajo la cortina hace rato.