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Diez meses y medio después de haber disputado su último partido por la Roja y ver por televisión el título de la Copa América Centenario, Jorge Valdivia está de vuelta en la selección. Desde entonces jugó 19 partidos por el Al-Wahda de Emiratos Arabes Unidos y marcó siete goles. En el actual torneo de la Liga Arabe del Golfo lleva tres partidos como titular. Es la figura del equipo.

Lo primero que hizo el Mago al desembarcar en Guayaquil fue decir que estaba feliz de regresar al combinado nacional. Juan Antonio Pizzi, recordemos, prescindió de sus trucos en Estados Unidos, y acabó ganando el torneo. El argumento en la interna era que al estar suspendido por cuatro fechas había que trabajar con el equipo que enfrentaría en septiembre a Paraguay y Bolivia.

Muchos apostaron que el ciclo de Valdivia en la selección había terminado. Si Chile había conquistado el bicampeonato de América en un torneo aún más exigente que la copa de 2015 sin el aporte del Mago, la lógica indicaba que ese mismo plantel seguiría adelante camino a Rusia 2018. Nada de eso se cumplió, la Roja enredó puntos clave, Fabián Orellana, que en España juega retrasado, se desgarró en Juan Pinto Durán antes de la última fecha doble y Matías Fernández se lesionó a los pocos minutos de haber entrado ante Bolivia. ¿Más datos de contexto? Bryan Rabello no volvió a ser convocado después de la derrota ante Argentina.

Valdivia regresó por necesidad. Está por verse si arranca como titular en un eventual 4-4-2 o va al banco para dar cabida a Pedro Pablo Hernández o Jean Beausejor. En las próximas horas, Pizzi debe determinar si está para empezar jugando en un partido a 2.850 metros de altura ante un equipo muy físico como el ecuatoriano o aportar frescura en el complemento. Lo cierto es que Quito no es el mejor escenario para la reaparición del Mago, pero su talento excluyente aún puede sorprendernos.

La mejor versión del 10 es cuando está picado, cuando se enfatiza la falta de competitividad de la liga donde actúa o se rumorea que Pizzi no lo cotiza porque le desordena el camarín. Todos sabemos que en Emiratos la presión no existe y que jugando a media máquina marca diferencias. El solo estímulo de volver a la selección debiese reflejarse en un alza en su nivel y mayor entrega. Por defecto, Valdivia es otro en la Roja, juegue 10, 60 o 90 minutos.

No se trata de ser un incondicional del Mago. Es Pizzi quien debe evaluar para qué partidos está y cuántos minutos. En la Copa América de 2015 fue llamativo cómo se preparó, lo bien que llegó físicamente y cómo aguantó el rigor de partidos de alto ritmo. Postales: sus barridas para intentar recuperar el balón. Hoy, probablemente, está uno o dos peldaños más abajo.

Valdivia, está a punto de cumplir 33 años, y, de seguro, ya no tiene la explosión de antes. Pero en un plantel de 24 o 25 jugadores entra, sobrado. Si después debe jugar o no es prerrogativa del técnico y resultado de su condición física y futbolística. Ante Ecuador y Perú está entre los elegibles. Ojalá su retorno descomprima la faceta creativa de Vidal y permita que Alexis juegue más en punta y no tan recogido como en los últimos partidos. Si el Mago aporta en ese rubro y la Roja suma en esta pasada su regreso se habrá justificado plenamente.