"Con González, Ríos y Massú, Chile tuvo todo para ganar la Davis"

- Da la impresión que le sigue gustando tener la vida de tenista
- Me encanta el circuito. Me gusta mucho la competencia, la adrenalina que se genera es algo difícil de encontrar en otro lado. Siendo entrenador, uno vuelve a esa sensación que vivió dentro de la cancha. Igual planeo en el corto plazo no viajar tanto. Este año estuve 99 por ciento full time como entrenador.

- ¿Qué es lo que más se extraña cuando se deja de jugar?
- La verdad no me trajo mucho problema. Tenía una lesión muy grave en la muñeca y me costó volver. En ese momento de mi vida no me dio para más de seguir luchando contra eso. No me arrepiento de haberme retirado ahí, podría haber seguido, pero también estaba cansado.

- ¿La suspensión fue uno de esos episodios que lo cansó?
- Sí. Muchísimo. Nunca esperé que pasara. Fueron 15 meses muy dolorosos de mi vida tanto personal como deportiva. Es algo que no pasó por mí. Lo mejor y lo peor fue que era muy difícil de comprobar. Lo único que tengo para criticarme es no haber re chequeado lo que dijo doctor de Acapulco. Nada más.

- ¿Y con qué te quedas hoy de lo que lograste?
- El tenis tiene algo que es muy bueno o muy malo: por más que tengas un fracaso grande, tienes la oportunidad de levantarte a la semana siguiente. Lo mismo al revés: Si ganas algo, es muy difícil disfrutarlo porque a la otra semana tienes otro torneo. El año pasado estábamos en Roland Garros con Gastón Gaudio, y le digo a Gastón tú ganaste este torneo, y me dice sí, y no sé cómo lo hice. A eso me refiero. Al final me quedo con algunos momentos, y los amigos que hice.

- ¿Qué amigos te dejó el tenis?
- Me dejó hartos. No son esos que uno ve todos los días, pero sí, son esos que uno se encuentra después de años y cuando los vuelves a ver es como si el tiempo no hubiese pasado. La amistad pasa por ahí entre los tenistas. Entre ellos cuento a mi socio Martín García, Juan Ignacio Chela, José Acasuso, Nicolás Massú, Fernando González. Muchos.

- ¿Qué recuerdos te quedaron de Massú?
- Es una persona muy especial. Me tocó hasta compartir habitación en el circuito. Es diferente a cualquier otro y se hace notar cuando no está, aunque hasta hoy pasa bastante por Miami. ¿Alguna anécdota? Muchas, pero una es que siempre se olvidaba todo. El celular, la maleta, el computador, la ropa.

- ¿Y Fernando González?
- Feña es increíble como persona. De lo que fue tenísticamente, me acuerdo de momentos que vivimos. Un partido en Miami, de noche, que fue casi de Copa Davis, lleno de chilenos y argentinos. Hace un par de años nos juntamos y nos acordábamos de eso. Me tocó ganar a mí, pero a él le salió una jugada por entre la piernas que nunca se la vi en la vida, y hasta ahora me dolió.

- ¿Y Marcelo Ríos?
- Tenísticamente era un crack. Conmigo siempre se portó bien. Sé que es una persona complicada, especial, pero yo creo que todos los distintos son así. Al Chino uno lo veía y pensaba: qué fácil es todo. Luego lo intentaba uno, y no, no era lo mismo. Si hubiera seguido habría ganado muchas cosas más. Llegó a ser número 1 del mundo, pero a uno le queda la sensación que podría haberse comparado con los más grandes. Es un talento muy difícil de encontrar nuevamente.

- A Chile le ha costado tener otra vez jugadores como ellos ¿Por qué?
- A Chile lo que le pasó fue algo histórico. Hasta el momento del Chino, había estado Gildemeister, Fillol, pero luego fue un caso tras otro. Ríos, González, Massú. Creo que lo único malo para el país fue no tener a los tres en su mejor momento juntos. Si eso hubiese pasado, yo creo que Chile tenía todo para ganar la Copa Davis.

- El caso de Argentina fue similar. Tampoco pudieron ganar la Copa Davis.
- Creo que no hay ningún país que tuvo tantos buenos jugadores en un mismo momento. ¿La Copa Davis? Para nosotros no haber tenido ese título fue algo muy duro. Pero bueno, Argentina sigue mostrando hoy con un gran jugador -Del Potro- y un buen equipo detrás que se pueden hacer cosas importantes.

- ¿Podrán ganar la Copa Davis por primera vez?
- Están en una final donde tienen más chances de perder que de ganar. Tienen un 65 por ciento de perder y 35 de poder ganarla, y hay que aferrarse a eso. Es el único logro que le falta a Argentina, y sería histórico.