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Chile le estaba dando un baile a Perú en el primer tiempo con múltiples ocasiones de gol y parecía enmendar el rumbo con una actuación reivindicatoria. El equipo fluía como hace tiempo no pasaba y, en el entretiempo, la calculadora sumaba tres puntos a la cuenta corriente. El empate de Ecuador en Bolivia y la igualdad entre Colombia y Uruguay eran buenas noticias en medio de un contexto complejo para la Roja.

Pero los partidos duran 90 minutos y tienen momentos. Y cuando en el complemento el equipo de Pizzi bajó la intensidad pagó muy caro no haber aumentado antes la cuenta. La paridad anotada por Edison Flores cuando solo restaban 15 minutos para el término del encuentro fue un mazazo, un golpe neto que solo un elegido, un superclase como Arturo Vidal podía revertir.

El volante del Bayern Munich salvó a la Roja de una noche aciaga en Ñuñoa. Había abierto la cuenta con un golazo de cabeza a contrapié del arquero y perdido un tanto increíble en el borde del área chica. Pero tuvo la lucidez, la clase necesaria para marcar el gol de la victoria cuando Chile hacía agua y los fantasmas afloraban por todas partes.

Los jugadores excluyentes como Vidal están hechos para ocasiones especiales. Son de otra madera. Y en el caso del ex Colo Colo se evidencia aún más por su histrionismo y exuberancia física. Poco antes de que Perú marcara la igualdad se torció el tobillo izquierdo en una flexión fortuita que a cualquier otro hubiese sacado de la cancha. El 8 de Chile salió del campo por un par de minutos pero, pese a tener un esguince, volvió aún con más energía, consciente de que la tarea no había concluido.

Con ese mismo pie lastimado Vidal recibió la pelota de Mauricio Isla, protegió el balón de espalda a Gallese y dos zagueros visitantes y despachó un zurdazo rasante, ajustado, que se coló junto al poste izquierdo del meta peruano. Golazo. Cambio. Y ovación. Una postal de lo que es capaz un jugador de su envergadura.

Vidal no entrenó el día previo al partido. Un virus lo tuvo con un cuadro febril, deshidratado y disminuido físicamente. Pero al volante nunca se le pasó por la cabeza perderse el partido. Sabía que la Roja estaba en apuros y se sentía llamado a liderar la levantada en un partido de vida o muerte. Vaya si cumplió. ¿Un dato de la causa? Anotó los últimos cinco goles de la Roja.

Si Chile está vivo y quedó a tiro de cañón del repechaje fue gracias a Arturo Vidal. Ahora, la Roja debe afirmar el tranco y consolidar su repunte porque un equipo de esta talla no merece acabar su ciclo antes de tiempo.