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La U se sana

Actualizado a

Universidad de Chile jugó el mejor partido del año frente a la UC en la vuelta por los cuartos de final de la Copa Chile. Con largueza, el nivel de los azules superó al mostrado en el 8-1 ante O'Higgins, cuando dirigía Sebastián Beccacece.

Ese día, la inaudita vulnerabilidad del cuadro rancagüino torna incomparable ambas presentaciones. En el Nacional, los cruzados defendieron a tope, porque fueron dominados. No fue llegar y meter goles, como en el encuentro del primer semestre ante el elenco de la Sexta Región.

Que la U está mejor, ya no caben dudas. Lo había insinuado en la ida en San Carlos de Apoquindo, pero el penal cometido por Gonzalo Jara y luego su expulsión malograron todo. En igualdad de fuerzas, los azules presionaron en la salida al local, lo obligaron a jugar largo, ganaron los rebotes y ofensivamente abrieron siempre la cancha para llegar. Fue un guiño a la mejoría evidente. Se esperaba la confirmación en la vuelta ante la UC y así aconteció.  

Mérito de Víctor Hugo Castañada y de su staff técnico. Finalmente, el entrenador se decidió por darle plena vida al sistema de juego por el que había manifestado predilección (1-4-4-2). En este sentido, el 1-4-2-3-1 -con Gustavo Lorenzetti de mediapunta y Gastón Fernández en el rol de único delantero, que usó en la caída ante Colo Colo- aparenta haber sido solo un desliz. Seguro que los efectos negativos de aquello en el Monumental lo impulsaron hacia una coherencia más plena con sus convicciones futbolísticas. 

El esquema táctico es el apropiado para el momento difícil que vive el equipo. Otorga seguridad defensiva, gracias a la configuración de dos líneas de cuatro, muy cercanas y espesas. Permite abrir la cancha por la presencia de dos volantes exteriores. Facilita la presencia de un '9' fijo y de otro delantero que pulula en torno a esta figura referencial, no tornando predecibles las llegadas. Por último, da flexibilidad para manipular la figura del segundo '6' (por ejemplo, Lorenzetti, un tipo creativo y generador de combinaciones, o Franz Schultz, quien es un instigador del ritmo elevado de juego).

La U no mereció el empate 3-3 que la excluyó de la Copa Chile. El cuadro local no dejó jugar a su oponente en el Nacional, iniciando el proceso defensivo inmediatamente tras la pérdida de la pelota y siempre en el campo de la UC. Jean Beausejour y Matías Rodríguez fueron penetrantes por los costados, evidenciando fiato con Jonathan Zacaría y Alejandro Contreras, respectivamente.

Y lo más llamativo en la construcción: las sucesiones de pases fueron acotadas por la inclinación del segundo o tercer receptor a atacar el espacio para ir al encuentro del envío. Los azules se mostraron como un equipo directo, que fue hacia adelante en forma fluida, con circulación lateral del balón solo para intentar avanzar por el lado contrario. La disposición preferentemente transversal del 1-4-4-2 brinda espacios enfrente. Estos si son bien ocupados, gatillan la anhelada verticalidad.  

La asignatura pendiente para Castañeda y su staff son las pelotas detenidas. En la modernidad, el 30 por ciento de los goles son anotados por esta vía (¡casi uno de cada tres tantos!). Por lo tanto, desmerecer este elemento ofensivo del rival sería signo de absoluto desconocimiento del fútbol actual. Los azules dilapidaron la chance de avanzar en la Copa Chile solo porque les anotaron en un córner y con un tiro libre desde el costado izquierdo.

El Modelo de Juego trazado resulta atractivo y eficaz, además de presagiar tiempos más favorables en la U. De la dualidad forma de jugar y resultados obtenidos, la primera transita hacia la consolidación. Apenas falta el segundo componente. ¡Qué detalle! Pero para cómo estaba el panorama en el club...