¡Empate!
Mucho se ha escrito, dicho y, sobre todo, rumoreado respecto de la lucha de egos de los dos mayores referentes de camarín de la Roja: Arturo Vidal y Alexis Sánchez. Y la última semana, con motivo de la publicación de los finalistas del Balón de Oro y The Best, la especie se ha reavivado conforme Alexis quedó al margen del premio que entrega France Football y Vidal fuera de la lista de 23 que dio a conocer la FIFA.
La presunta rivalidad de los ex compañeros de Colo Colo siempre ha sido tema. Desde lo anecdótico y sus fuertes apuestas en el ping pong en las concentraciones de Juan Pinto Durán hasta los comentarios de José Luis Chilavert y el Chorrillano Palacios quienes dijeron que no se pasaban la pelota y estaban perjudicando a Chile.
La competencia entre deportistas de elite no es algo nuevo. Ocurre tanto en disciplinas individuales como en deportes colectivos. Incluso estando de la misma vereda como sucede con la selección. Es inevitable. El punto es que no tiene por qué traer efectos negativos. Quien, en el caso de Vidal y Alexis, quiera mirarlo con suspicacia, adelante. Este columnista prefiere dejar de lado los prejuicios.
Ejemplos abundan. Uno cercano, en el tenis donde Fernando González y Nicolás Massú forjaron una férrea amistad fuera de la cancha. Adentro competían para sí mismos e intentar ser el mejor. Púbicamente ambos coinciden que su rivalidad deportiva les ayudó progresar en sus carreras. “De seguro no habría llegado tan lejos si no hubiera sido por Fernando y viceversa”, expresó múltiples veces el doble campeón olímpico.
Los comentarios sobre Vidal y Alexis son inherentes a su categoría y la sobrexposición con que conviven actualmente los deportistas top. No hay mayor fundamento para aseverar que su relación afecta la interna del vestuario y perjudica el desempeño de equipo. Con ambos Chile fue bicampeón de América y muchos de los 34 goles del Niño Maravilla han sido asistencias del volante del Bayern Munich.
Vidal y Alexis son distintos. Rara vez posan juntos. Tienen afinidades diferentes en el vestuario. En Europa, al Rey Arturo le gusta estar en familia, en patota como suelen retratar sus redes sociales. Y, en Chile, cada vez que su agenda se lo permite, su gran pasión es disfrutar de la hípica rodeado de primos, amigos y gente del turf. AS7 es un joven más solitario que se desvive por sus perros y resguarda su privacidad con particular recelo. ¿Tienen cosas en común? Varias en el ámbito de lo deportivo: son perfeccionistas, ganadores y poseen una gran autoestima.
De seguro, al delantero del Arsenal le dolió no estar en la nómina del Balón de Oro. Y a Vidal, como demostró su irónico posteo en twitter, también le molestó no ser incluido en la lista de The Best. No fue casualidad que subiera fotos con las camisetas de Chile y Bayer Munich e íconos de sus cuatro títulos de la temporada. A buen entendedor, pocas palabras.
No imagino esta semana a Alexis burlándose de Vidal o al revés. Ambos merecían con creces ser finalistas en ambas premiaciones. Los argumentos están a vista y son concluyentes. Sánchez fue elegido el mejor jugador de la Copa América Centenario donde la Roja conquistó el bicampeonato de América y el Rey Arturo fue protagonista destacado de ese mismo logro al que sumó tres títulos en Alemania y una semifinal de Champions. Un palmarés muy superior al de Agüero o Ibrahimovic quienes figuran en ambas listas. En verdad, cuesta entender el criterio de selección en ciertos casos.
A Chile le cayeron dos puntos del cielo y está en zona de repechaje. Sería un infantilismo, el peor error del mundo que Alexis y Vidal se desenfocaran de una fecha doble crucial en el camino a Rusia por estar pendientes de una competencia inconducente donde la clasificación no dependía de ellos. Dejemos esta febril teoría en manos de sus autores y a Pizzi trabajando para sumar cuatro puntos o más ante Colombia y Uruguay.