Hernández
Dios es chileno
Cuántas veces en la historia pasó que Chile estaba haciendo un gran partido y le empataron sobre la hora. O sufrió goles de camarín y le cobraron un penal discutible. Cuántas veces la Roja se quedó con 10 jugadores e hipotecó su opción de triunfo. O el árbitro la echó al saco porque el rival era Brasil o una selección del Río de la Plata. Muchas. Varias generaciones crecimos y maduramos con esos fantasmas y el rótulo de ser un equipo casi-casi al que le faltaba la chaucha para el peso.
Obviamente, hubo excepciones y equipos brillantes que por distintas circunstancias no lograron coronar sus actuaciones con un título o una clasificación, pero nadie puede negar que la nube negra persiguió a Chile durante décadas. El manejo político arbitral de los grandes del Atlántico fue factor indesmentible.
Hoy el panorama es distinto. Y admítase o no es directamente proporcional a lo que ha conseguido el equipo, a sus títulos y la jerarquía de sus principales figuras. A Chile se le respeta como nunca antes ocurrió. Y eso, afortunadamente, incluye a los árbitros.
Independiente de lo anterior, lo sucedido este martes en Ñuñoa fue una noche con un guión cinematográfico. Una jornada de suspenso total donde luego de un arranque terrorífico las estrellas se alinearon a favor de la Roja. Antes de los 20 minutos, Uruguay había anotado un gol, convertido a Bravo en figura y llegado cuatro veces a fondo. Chile pudo irse al descanso en desventaja de 2 a 0, por un penal no cobrado de Bravo a Cavanni, pero acabó empatando de milagro con un cabezazo de Vargas entre los zagueros uruguayos. Gran primer tiempo charrúa. Vaya manera de zafar.
¡Cuántas veces vimos la misma película pero con los protagonistas al revés!
La reacción de la Roja en el segundo lapso fue digna de su mejor versión. Bravo mantuvo su alto nivel y transmitió seguridad, Medel se afirmó en la marca y anuló a los colosales atacantes charrúas, Beausejour se comió la banda y mejoró del cielo a la tierra, Díaz evocó jornadas notables con una asistencia fenomenal para el tercer gol de Alexis (enmendando su error en la apertura de la cuenta) y Vidal derrochó entrega pese a jugar todo el partido en una pierna. Lo del resto del equipo fue igual de meritorio. Y lo de Alexis, excluyente. Soberbio. Un partido de colección para el delantero del Arsenal que quedó a un gol de Marcelo Salas en la lista de goleadores históricos.
Chile dio vuelta un partido increíble que pintaba favorable para Uruguay. Lo hizo con una dosis importante de fortuna aunque también con clase y jerarquía ante un gran equipo. Luego del entretiempo la Roja salió con los dientes apretados, con esa ambición que según Claudio Bravo se mantiene intacta, pero, sobre todo, con un enorme funcionamiento colectivo, ese que le ha dado fama y títulos a este plantel.
La Roja está cada vez más cerca de Rusia. En esta pasada sumó 4 puntos ante rivales directos y se reenganchó entre los equipos que clasifican directo a la copa del mundo. En los 180 minutos de Barranquilla y Ñuñoa transitó por distintos estados. Desde el conservadurismo de su visita a Colombia hasta la solvencia con que remató frente a la Celeste. Entre medio, pasó susto, allá y acá. Especialmente en esos primeros minutos ante Uruguay donde la sacó barata. Ahora con el resultado puesto, la angustia y las milagrosas salvadas del arco norte quedan como recuerdo para el anecdotario. Lo relevante, lo que realmente cuenta es cómo terminó la historia. Y el desenlace no pudo ser mejor para Chile que cierra un año extraordinario.