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El liderazgo de Pizzi

Los líderes exitosos en deportes de equipo, como el fútbol, son aquellos que asumen como uno de sus objetivos principales la formación y el desarrollo de sus colaboradores, adaptándose a cada situación. El modelo de liderazgo situacional que predomina hoy en muchos ámbitos, plantea que el líder debe orientarse hacia la tarea o hacia la relación según el contexto o situación en la que se está liderando. Esto es particularmente importante cuando se trabaja con un grupo de jugadores exitosos y con los que existe una baja frecuencia de interacción (solo algunos días cada ciertas semanas) como es el caso de la selección por el sistema de clasificatorias.

Pizzi más allá de sus condiciones técnicas como entrenador (que en ningún caso es tema de esta columna) posee ciertas habilidades en su liderazgo que tienen que ver con lo dicho: la habilidad de poder tocar la tecla precisa en el jugador en un momento determinado.

En este sentido no parece tan correcto hablar de la “generación dorada” en esta selección, ya que, al hablar de generación (así como se habla de la generación en el ámbito literario) se alude a un proceso que se pudo haber generado casuísticamente, por azar, desmereciendo el trabajo sucesivo de varios entrenadores y formadores que han tenido los jugadores en su carrera deportiva. Y, además, parece totalmente injusto plantear que este proceso en algún momento puede llegar a su fin.

Es indudable que este grupo de jugadores ha tenido un éxito superlativo (palabra muy utilizada en el fútbol), lo que para el hincha es sencillamente espectacular. Pero para quienes dirigen estos procesos, esta situación puede volverse caótica ya que el fenómeno del “winner effect” convierte el cerebro de los jugadores, provocando conductas no tan positivas y poco asertivas frente a los propios compañeros y frente a la opinión pública (fisiológicamente el cerebro se inunda de mucha serotonina). Esto es lo que en el lenguaje común se habla de los “egos”.

Pizzi ha sabido lidiar con esto. En algunos momentos debió exigir y empoderar desde lo técnico a los jugadores (orientación a la tarea) y en otras, muy a pesar de varios, ha debido manejarse en distintas situaciones dependiendo de la madurez del jugador, adoptando características de liderazgo como la dirección, el coaching, el apoyo y la delegación.

Se sabe que menos de un 20 por ciento de las decisiones en un equipo son realmente urgentes y menos del 20% son cruciales. No más de un cuatro por ciento de las decisiones debe ser tomadas en forma autoritaria; más de un 64% pueden ser participativas, y alrededor de un 16% pueden ser democráticas y consultivas. Esto dificulta mucho la toma de decisiones, sobre todo las que tiene que tomar Pizzi, desde elegir a los jugadores en cada fecha de clasificatoria hasta cómo pararse frente a los rivales.

Da la sensación también que su toma de decisiones más relevante es aquella orientada hacia la relación en el manejo emocional, social y personal de este grupo de deportistas que han lidiado con el éxito desde hace muchos años. Pero da la sensación que este liderazgo situacional, por ahora, es el que le ha permitido mantener el “efecto ganador” de los jugadores más o menos controlado, o al menos focalizado, gran parte del tiempo hacia el objetivo deportivo.

Por Rodrigo A. Cauas E.
Psicología & Coaching Deportivo
@rodrigocauas