Un descomunal Westbrook ya promedio un triple-doble
Los Knicks fueron incapaces de cerrar el rebote. Kanter, Adams y el propio Westbrook destrozaron a los locales bajo los tableros.
Después de someter a los Knicks (27+18+14, tercer triple-doble consecutivo, octavo de la temporada y número 45 de su carrera: iguala de nuevo a LeBron) en un Madison acostumbrado a ver brillar a los más grandes, Westbrook promedia 30,9 puntos, 10,3 rebotes y 11,2 asistencias, números casi irreales tras 19 partidos de temporada regular. Números que creíamos imposibles en la actualidad cuando hablábamos de la barbaridad de 'Big O' y que el implacable base está convirtiendo en realidad. Como digo, y creo que no exagero, una locura.
Ahora vamos directos a un parqué que ha visto perder a sus Knicks por tercera vez en lo que va de campaña (8-9 total, 7-3 en el Madison). Y hay que empezar por el duelo Rose-Westbrook. Del base de los Thunder no creo que haga falta decir nada más, pero del de los locales, sin embargo, hay que hablar largo y tendido. Puede que fuera porque el de enfrente era su compañero de entrenamientos veraniegos (casi una década empujándose mutuamente tras la temporada), pero lo cierto es que el Derrick Rose que vimos ayer en Manhattan es lo más parecido al MVP de 2011 que ha pisado una cancha de baloncesto desde que las lesiones cambiaron su carrera (aunque siga lejos). Empezó llevando en volandas al equipo desde el pick&roll y terminó atacando una y otra vez para mantener a los suyos en el partido. Un esfuerzo magnífico.
Pero el partido no lo gano ninguno de los bases, que se partieron el lomo frente a frente hasta el empate técnico (mucho más que números), lo ganó Enes Kanter. El pívot turco fue quien desequilibró una balanza que empezó favoreciendo a los locales y acabó, tras rebote ofensivo, colgada del aro en el que atacaban los visitantes. Kanter terminó el partido con 27 puntos, 12/17 en los tiros, y 10 rebotes en 28 minutos, seis de ellos ofensivos. Y con la ayuda del propio Westbrook (14 totales, cinco ofensivos) y de Steven Adams (10 totales, cuatro ofensivos), desquició a los interiores neoyorquinos, incapaces de evitar que el mejor arma de los Thunder incendiara sus trincheras.