Caroca, el mejor del Apertura
Iquique ha sido el mejor equipo del Torneo de Apertura. Faltan dos fechas para que concluya el campeonato y los nortinos se enfrentan al trance histórico de tornar coherente sus merecimientos futbolísticos con su ubicación final en la tabla de posiciones.
La jerarquía de un equipo se mide en función de sus recursos y los límites que lo gobiernan. Por lo tanto, y desde esta perspectiva, la escuadra que comanda Jaime Vera supera con largueza al resto. Amerita el título, pero vamos a ver qué dice la UC y por qué no también O'Higgins, el escolta de ambos punteros.
Los iquiqueños han tenido buenas figuras durante el campeonato. Mauricio Zenteno, con su flexibilidad táctica para oscilar como hombre fuerte en una defensa de cuatro, de tres y también de cinco elementos, ha sido vital atrás.
En el mediocampo, el recorrido inextinguible y claro de Mathías Riquero y la búsqueda del pase penetrante de Gonzalo Bustamante fortalecen al equipo. Arriba, Álvaro Ramos evolucionó de un tipo rápido y encarador, que actuaba esencialmente por los costados, a un '9' generador de juego. Recibe de espalda al arco rival, no pierde el balón y busca con precisión a los que vienen desde atrás o van por las puntas.
Mención aparte merece Rafael Caroca. En torneos anteriores, el volante central había dado indicios de su madurez futbolística y ahora la confirmó con un excelente segundo semestre. Es el mejor jugador del Torneo de Apertura.
Ha jugado íntegramente los 13 partidos que van del campeonato. Nunca ha sido sustituido, anotó tres goles y suma cuatro tarjetas amarillas. Con 27 años, lejos quedaron esos momentos pasados en Colo Colo. Jugaba dos o tres partidos y luego era suspendido por tarjeta roja o acumulación de amonestaciones.
Hoy, Caroca es un mediocampista central moderno. Participa en la primera fase del Ataque construido de Iquique. Recibe el balón desde los defensores y le da continuidad a la circulación aun cuando se encuentre de espalda al campo rival y bajo fuerte presión. Avanza hacia tres cuartos de cancha, se involucra en la elaboración con precisión y actitud ofensiva, desdoblándose con eficacia en ataque.
Minuto 71 en el empate 2-2 ante Universidad de Chile en el Nacional. Un ejemplo clarísimo de esto último. El volante cortó un pase transversal 10 metros antes de la mitad de la cancha y en conducción avanzó otros 35 metros para batir a Johnny Herrera con un disparo cruzado. Cuando el arquero salía a achicar, lo miró y, de borde interno, definió junto a un palo. Golazo.
En la fase defensiva de su juego, Caroca mantuvo lo que lo ha distinguido en su carrera. Bien instalado por delante de los centrales, otorgándole equilibrio y simetría a las tres líneas del equipo, lo suyo siempre fue la refriega. Sin embargo, ahora dotó a su universo defensivo de la ponderación y raciocinio que todo jugador involucrado en la recuperación del balón precisa.
Retarda la jugada ofensiva rival: si el hombre viene hacia él, lo enfrenta sin jugarse la última opción; si este recibe de espalda, impide el giro y no lo golpea regalando faltas innecesarias. Con un zaguero abierto al costado por acción del juego, realiza el relevo apropiado reconformando la dupla con el que se quedó en el medio.
Y lo mejor: posee máximo control de la segunda línea de ataque rival cuando los atacan por los costados. Retrocede siempre al punto penal o a la altura del semicírculo, marcando al hombre en esa zona, para que no recepcione libre el envío desde la orilla. La nómina de la Roja para la China Cup (si en ella predominan jugadores locales) debería partir con el nombre del buen mediocampista de Iquique.