El Granada cortó la racha triunfal del Sevilla de Jorge Sampaoli
Pereira y Lombán, que hizo un gol y salvó otro cantado de Mariano, le dan la primera victoria y hacen creer al Granada. El Sevilla pensó en Lyon.
También hay gloria para los pequeños. El Granada ganó su primer partido de Liga en la jornada número 14. Lo hizo en medio de una explosión de júbilo en Los Cármenes, que acabó el partido entre olés y soñando que la permanencia es posible. No fue una victoria cualquiera. Superó al Sevilla de Sampaoli, equipo con crédito y de moda en la competición, que sumó su tercera derrota y ve peligrar su tercera plaza. Alcaraz, entrenador con experiencia, excelente estratega y conocedor de lo que necesita el granadinismo para identificarse con su equipo en esta situación de perror, no engañó a nadie y planteó el partido que esperaba el Sevilla. Y le ganó precisamente así. Con un gol después de una recuperación (error de Nzonzi, muy poco intenso) y otro en la pizarra. Un trabajo profesional que sorprendió a los expertos que pronosticaban un triunfo relativamente sencillo del tercer clasificado de la Liga.
Al Sevilla, aunque lo intentó, le resultó imposible desmarcarse del decisivo partido del miércoles en Lyon. Con Nasri y Escudero en casa, Sampaoli quiso premiar el trabajo de Correa en Formentera. El fútbol de élite, sin embargo, reveló al argentino como un futbolista aún algo tierno. Tuvo opciones el Sevilla, cómo no, pero el Granada, bien puesto atrás, castigó la primera pérdida de Nzonzi con una buena lectura de la superioridad. Pereira hizo el gol. El Granada necesitaba algo así. Verse por delante en el marcador, tenerse fe, pensar que ganar, aunque fuera después de catorce jornadas, era posible. Si el Sevilla no lo puso todo en el intento será un asunto de consumo interno para Sampaoli, Lillo y su nutrido de ayudantes. Se atisbó cierta falta de intensidad. Lombán hizo un gol y salvó otro de Mariano, Vitolo tuvo sus opciones. Pero sí pareció a la distancia que el Granada tenía la necesidad y el hambre. Carcela, Boga y Kravets gustaron. El equipo se juntó y apretó y sí llegó el 2-0. Al Granada ni siquiera se preocupó por el gol final de Ben Yedder de penalti. Su afición ya estaba a otra cosa. Pensar en el trayecto que le queda hasta la gesta. El Sevilla también miraba hacia otro lado. Lyon, concretamente.