Puch, el crack que no le gustaba el fútbol
Edson Puch no sólo tiene nombre de crack. También lo es.
Se demoró entenderlo, pero a los 30 años ya se cansó de esconder su identidad y, como Luke Cage, empezó a disfrutarla. Hay pocos futbolistas que puedan tener una segunda oportunidad así. Me atrevería a decir que sólo quienes son muy buenos.
En Chile le criticaron varias veces su actuar. Nadie entendía cómo era capaz de renunciar a los millones que le ofrecían en los Emiratos Árabes Unidos para volver a Iquique a componer canciones de rap. Nadie entendía cómo partía otra vez, brillaba, y volvía a recluirse. La respuesta ante eso fue la condena pública. Siempre ha costado soportar que alguien desperdicie las oportunidades con las que el resto soñamos.
Puch tenía ganas de ser cantante, pero era mejor con las piernas “Le decíamos El Mago”, contó Erick Guerrero, el técnico que lo hizo debutar en Iquique. “Siempre decíamos que le podías tirar cualquier cosa y él la controlaba”. Por esas condiciones, Marcelo Bielsa lo fue a ver un día cuando estaba en inferiores. Y Jorge Sampaoli lo pidió para la U años más tarde.
Pero a veces, lo que parece un regalo es una tortura. Puch, la eterna promesa, no quería jugar. Quería dedicarse a la música. Y tardó varios años en digerir el golpe. La vida siguió. Se podría decir que maduró un poco, aunque no tanto. Más que eso, parece que se cansó de luchar en contra de ella. Ganó la Copa América Centenario con Chile y este semestre fue la gran figura del Necaxa en el torneo mexicano.
Se dice que los 30 años son el momento en que la vida deja de ser un futuro esplendoroso y se convierte en un presente simple. También, que es cuando los futbolistas pierden velocidad y ganan madurez. Con Puch pasa todo lo contrario.
Como Benjamín Button, cada día se hace más joven. Y lo que uno ve en cancha es pura esencia, esa etapa de la infancia en la que aún no se forma la personalidad ni se entiende muy bien lo que pasa. Es un momento breve, sólo dura un par de años, pero al crecer se recuerda como el más glorioso de la vida.