Ramos se titula de héroe y le da otro triunfo agónico al Madrid
El central logró remontar el partido en el 92' con un certero cabezazo, tras un pleito que parecía perdido. Morata adelantó al Madrid y Joselu le había dado la vuelta.
No encontrarán en la historia un equipo más resistente a la derrota que el Real Madrid ni futbolista mejor dotado para vivir al filo de lo imposible que Sergio Ramos. Con él, en otro descuento, pasó el Madrid del estado crítico al estado del bienestar. Esa cabeza, que ya está en la historia, no tiene precio.
El memorándum del partido recogerá, con profusión de detalles, que está contraindicado jugar el partido que viene antes que el que corresponde en el calendario, que en la Liga son legión los equipos que honran al fútbol, que Isco es primero en la cadena de mando cuando se ausenta la BBC y que Ramos tiene el código nuclear cuando todo falla. Tales conclusiones explican bien el Madrid-Deportivo, partido de doble sentido, con alineación exageradamente copera en el equipo de Zidane y magnífica puesta en escena del de Garitano.
Partidos como este se repiten con frecuencia en el Bernabéu, aunque pocas veces afectan a la cuenta de resultados (fue excepción el Eibarazo). El Madrid, con Kroos y Casemiro en los fogones, Isco de mediapunta, Asensio y Kroos en las bandas y Morata como avanzado, espero que el choque se cocinase solo, opción remota a falta de solistas, o que el Depor lo entregase a lo bonzo. No sucedió ni lo uno ni lo otro. El equipo gallego, bien armado, con Borges como rematador de segunda instancia y Babel en un nivel superior, le quitó la respiración al Madrid de salida y fue haciéndose el atrevido con el paso del tiempo.
Zidane, que se ha ganado el derecho a darle descanso a Cristiano sin necesidad de convocar al Consejo de Seguridad de la ONU, tardó en advertirlo. De hecho, al descanso Borges se marchó con el sinsabor de un remate que le sacó Keylor en estirada prodigiosa y de un remate al palo. El Madrid fue lo que dio de sí Isco, aunque también tuvo opciones: Tyton evitó un gol braceando ante Morata y James y el colombiano se nubló en un cara a cara por desconfianza en su pierna derecha. Aquella juego tan agrumado redujo a Morata a adorno navideño. Nadie pensó en él.
Su gol, a vuelta de vestuarios, resumió bien la situación. Recibió un pase sin sustancia de Isco y salió del agujero sin ayuda: controló con la izquierda y despachó un tiro brutal a la media vuelta desde fuera del área con la derecha. Tienen bonificación los rematadores capaces de sobrevivir sin abastecimiento. El Madrid tuvo un momento de efervescencia súbitamente interrumpido por los dos goles de Joselu, el primero tras gravísimo error de Casemiro, que se disparó en un pie. Ocho minutos llevaba en el campo el excanterano blanco y sumaba dos goles. Una respuesta estupenda a la apuesta valiente de jugar con dos puntas, pero también un ariete estupendo.
Su irrupción obligó a un Madrid a la heroica, que está en su genoma. Fue movilizado Mariano para arrimar el hombro, en sentido literal. Ese remate sin ortodoxia supuso el empate y la lanzadera para Ramos. Su tanto volvió a ser el remedio. El exceso de confianza, la enfermedad.