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Vuelve Roger

No es el amo del circuito y, de hecho, ya han pasado cuatro años y medio desde que ganara su último Grand Slam. Pero da igual, porque la figura de Roger Federer trasciende al momento que esté pasando, al ranking que ostente o al nivel de favoritismo que tenga antes de un gran torneo: el tour es una cosa con él y otra muy distinta sin él. Ese es el punto.

Por eso, cuando el suizo ingrese a la Perth Arena en la madrugada chilena de este lunes para enfrentar al británico Daniel Evans en la Copa Hopman tras seis meses fuera de las pistas, el tenis sentirá que las cosas vuelven a estar en su sitio, que encontró la pieza que le faltaba al rompecabezas, que el invitado más importante de la fiesta por fin llegó.

“Un Roland Garros sin Federer es como un croissant de chocolate sin chocolate”, decía un cartel que un fanático portaba en la última edición del Grand Slam parisino, al cual Roger no asistió. Eso es. Federer no iba a ganar ese Roland Garros, pero la gente lo esperaba igual, porque para muchos Roger es la razón de ser de su amor por el tenis.

Vuelve Roger y la pregunta que en circunstancias normales se haría (“¿qué se puede esperar de su retorno?”) aquí no tiene mucho sentido, porque ninguno de sus millones de seguidores siente que su ídolo le deba algo o que le quede algo por hacer.

Federer vuelve porque el tenis le hace falta, así como Federer le hace falta el tenis. Si algo ha demostrado, sobre todo en estos últimos años, es que disfruta dentro de una cancha y eso, probablemente, sea lo más valioso de su regreso. “Creo que podrían ser muy beneficiosos para el futuro de mi carrera estos seis meses de para. Me siento rejuvenecido, fue refrescante”, dijo Roger hace unos días y hay que detenerse en sus palabras. Lea de nuevo: “El futuro de mi carrera”… ¿Quién puede a los 34 años, después de ganar 17 Grand Slams y con 100 millones de dólares en la cuenta bancaria, pensar en “el futuro de su carrera”? Sólo alguien que sienta el tenis como lo siente Federer.

A la luz de sus palabras, queda claro que Roger vuelve para ganar. “Estuve tan cerca de ganar un Grand Slam en los últimos años”, dijo en Perth, antes de asegurar que creía posible ganar un 18º título mayor este año. Pero esa autoexigencia no debe ser extrapolada a sus aficionados. Que Federer sueñe con ganar, bien por él. Pero a nosotros nos basta con verlo otra vez en una cancha. “No es el mismo de antes”, dirán algunos después de que pierda algunos partidos. Y claro que no es el mismo de antes. Con más de 1.300 partidos en el cuerpo no puede ser el mismo que era en el trienio 2004-06, cuando ganó 247 de los 262 partidos que jugó (94,27% de rendimiento). Su regreso no se trata de eso, no es para romper más récords, aunque íntimamente él sueñe con eso.

Vuelve Roger y esas sí que son buenas noticias. Vuelve Roger para que nos acordemos cómo era este juego en la cima de su arte. Vuelve Roger y menos mal que vuelve, porque aún no estamos preparados para que ya no esté más.