Guarello
Elogio a la locura
Alguna vez Jorge Luis Borges se refirió a la desquiciada especulación cartográfica del británico Josiah Royce: en un gigantesco terreno plano, de cientos de kilómetros cuadrados, se traza un mapa descomunal de Inglaterra donde todo lo que hay en Inglaterra sale en el mapa, incluso el mismo mapa, que se va reproduciendo infinitamente.
Gianni Infantino apunta más allá del proyecto de Royce, el presidente de la FIFA quiere un Mundial de fútbol que reproduzca el tamaño de la FIFA. Por el momento se conforma con modestos 48 países, pero es sólo el inicio. No sabemos si en 20 años él, si es que está- y puede estar porque en el organismo se usa la regencia eterna como hábito- podría ampliarse el número a 100 y luego a 150 y finalmente llegaría la “noche de las noches”, siguiendo con Borges, donde el Mundial abarcaría ya los 211 miembros.
El rumbo está trazado. Hay un Mundial, que no tiene sede, cuya escala es casi la cuarta parte del objeto en su totalidad. Sus alcances desde ya son abismales: el álbum de figuritas, con la modesta pretensión de poner sólo 11 jugadores por equipo, más la bandera, el escudo y el entrenador, treparía sobre las 750 láminas por coleccionar. Si los editores pusieran los planteles completos, tendríamos un álbum tan descomunal como el mapa de Royce: 1.300 láminas.
Pero hablemos de cosas importantes, y se soban las manos en la FIFA. Se estiman 6.500 millones de dólares sólo en derechos de televisión. Lo que no se habla todavía es de la cantidad de dinero despilfarrada en esta Torre de Babel, como diría JM, que sería organizar un evento de tal magnitud. Brasil gastó 13 mil millones de dólares ¿Cuánto costaría con 48 equipos? Una cifra más absurda por supuesto.
Claro, será un Mundial inclusivo, es la clave argumental de esto, que le dará oportunidad a “todos” para jugar. Donde selecciones que siempre han estado con “la ñata contra el vidrio”, aquí cito a Discépolo y no a Borges, podrán entrar al fin a la fiesta mayor del fútbol universal.
Pero no seamos modestos. Más adelante la “inclusión” podría llegar a los resultados mismos: Alemania comenzaría jugando dos goles debajo de Corea del Norte y Brasil le daría cuatro de ventaja a Curazao. Tal vez llegaremos a una cuota de “género” donde haya equipos mixtos e integrados. Finalmente al Nieto de Cristiano Ronaldo se le prohibirá hacerle un túnel al modesto lateral derecho de Vietnam por considerarse un acto racista, discriminador y ofensivo.
Por entonces se habrán abolido los goles, los fouls y los arcos. Se jugará con mameluco, cesta de picnic y volantines que se elevarán libres por el azul infinito de la tarde.