Con los años, el Ironman de Pucón se ha convertido en una de las competencias deportivas más llamativas y hermosas que se realizan en nuestro país. Más allá del glamour y de los famosillos que cada año se suman a esta prueba, se ha ido transformando en una instancia muy dura, exigente, y competitiva (su denominación de 70,3 millas se debe a que la natación se compone de 1,2 millas, el ciclismo de 56 millas y finalmente el trote de 13,1 millas).
Esto ha significado que los triatletas que compiten se preparen mucho mejor, incorporando otros elementos para rendir cada vez mejor: el entrenamiento mental, algo que hasta hace pocos años no era algo que formalmente se integraba al trabajo deportivo.
Un triatleta de marca mundial que se ha referido en torno a este tema es precisamente Mark Allen, quién en su libro “Alma en forma. Cuerpo en forma”, habló de cómo pudo derrotar finalmente a rivales como Dave Scott y al chileno Cristián Bustos.
En el relato cuenta que hubo un vuelco en su forma de competir cuando logró lo que él llamó “acallar su propia mente”, refiriéndose precisamente a la gran cantidad de ideación irracional y negativa que circulaba por su cabeza durante la competencia. La historia de cómo lo logra es interesante, ya que, recurrió a chamanes mexicanos y para ello viajó hasta donde estaban ellos (un recóndito lugar de la sierra mexicana) en una historia que finalmente no solo marcó un cambio deportivo, sino personal.