Celta de Díaz y Hernández le pega duro al Madrid en el Bernabéu
Después de la compleja semana tras la salida de Orellana, Celta se regaló un gran triunfo por Copa del Rey. Tanto Díaz como Hernández jugaron los 90'.
Todo comenzó en aquel autogol de Ramos en Sevilla. Ahí perdió el Madrid la inmunidad. Ante el Celta se dejó también la fiabilidad. Deslucido en ataque y un merengue atrás, abandonado por Cristiano y su defensa, queda obligado a una gesta en Balaídos.
El tremendismo de la Copa queda a menudo reservado para la vuelta, cuando la cercanía del desenlace infla partidos y estados de ánimo. El duelo de Balaídos será brutal. Al del Bernabéu, en noche de pingüinos, el Madrid le dio un trato muy académico y poco apasionado. Mandó con sosería y se protegió el Celta hasta que asomó su ocasión. No la dejó pasar. El equipo de Zidane no consiguió que el público se encariñase con él.
El mensaje del francés resultó inequívoco. Si juega un solo nueve, será Cristiano. Los otros tres comenzaron en el banquillo, que a bajo cero es lugar aún más inhóspito. Y Cristiano aún anda aprendiendo el oficio, acostumbrándose a las incomodidades propias de su nuevo cargo, desde la carestía de espacios hasta el juego de espaldas. Un blanco menos móvil resulta más defendible. Ante el Celta tuvo dos extremos como guarnición, pero no supo hacerse ver. Ese jugador de origen volcánico que ha recogido cuatro Balones de Oro está por volver. Hubo momentos en que el traslado pareció deportación. Y se perdió en disputas con el árbitro.
Lucas Vázquez, el primero en la línea de sucesión cuando alguno de la BBC se ausenta, entró bien y salió mal. Serpenteó por la derecha varias veces sin encontrar rematador, en ocasiones, ni portería, en otras. Asensio anduvo menos activo y los laterales, ausente Carvajal (para ayer y para un mes) y retraído Marcelo, empujaron poco. Modric movió bien al equipo, pero la frialdad general le quitó valor a su tarea.
El Celta salió poco, pero tuvo orden y respuesta. Aspas regaló dos incursiones en superioridad al principio, pero luego se alió con Bongonda, ante el que se abstuvo Danilo, y abrió el semáforo. Atrás siempre le cuadraron las cuentas, sobre todo en la primera media hora, donde todo le pareció borroso al Madrid. Defiende con guante de seda, en todo el campo, lo que le ahorra el cerrojo.
El Madrid embetunó su juego en el último tercio del campo, en el que perdió la coordinación y la precisión, aunque la entrada de Morata por el lesionado Asensio le acercó a Sergio Álvarez. Y se vio muy exigido tras el gol de Aspas, que dejó al desnudo a sus dos laterales: a Danilo, por incomparecencia ante el asalto de Bongonda; a Marcelo, por un despeje de tacón que acabó en asistencia al arponero vigués: 13 goles en sus últimos 13 partidos. Marcelo encontró redención de inmediato, al aplicar un voleón sin respuesta tras mal despeje de Hugo Mallo. El efecto quedó anulado un minuto después, en que un error de Lucas Vázquez le entregó el fusil a Jony. 1-2. Benzema sólo contribuyó a la confusión, errando a puerta vacía. El triplete pende ya de un hilo.