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Temporada 2016

El mejor año de la historia del deporte en Estados Unidos

El triunfo de los New England Patriots en la Super Bowl LI pone un broche de oro a la temporada más impresionante que se recuerda en NFL, NBA, MLB y NCAA.

HOUSTON, TX - FEBRUARY 05: Tom Brady #12 of the New England Patriots celebrates after defeating the Atlanta Falcons 34-28 in overtime during Super Bowl 51 at NRG Stadium on February 5, 2017 in Houston, Texas.   Mike Ehrmann/Getty Images/AFP
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Mike EhrmannAFP

Sé que soy hiperbólico. Se me ha tachado muchas veces de ello. Con otras expresiones, como exagerado, pasado de vueltas, tío loco y parecidas, pero con la indudable intención de hacerme ver que se me va la cabeza a la hora de juzgar ciertas situaciones y circunstancias. Lo acepto. Por eso me ha costado empezar a escribir este artículo, porque me da vergüenza decir que creo que hemos asistido a la temporada más impresionante de la historia del deporte norteamericano.

Si vamos con hipérboles, que sean al máximo ¿no? Sin embargo, y por poco probable que pueda parecer, el caso es que creo firmemente en lo que digo: nunca hemos visto nada igual en el espectáculo deportivo estadounidense.

Es la industria de las grandes ligas, e incluyo a las universitarias por seguimiento e importancia cultural en aquel país, uno de los grandes motores económicos del estado más importante del mundo. No se puede concebir la sociedad occidental sin lo que significa para sus ciudadanos el entretenimiento en forma de observación, seguimiento, tiempo y recursos de toda índole invertidos en sus equipos y competiciones. Y en Estados Unidos más que en ningún sitio. Es algo consustancial a nuestra forma de vida.

Las raíces de sus grandes ligas se hunden en el siglo XIX. La de béisbol (MLB) tiene su primer equipo en 1869, justamente el primer año en el que se jugó el primer partido de fútbol americano universitario (NCAAF). 1893 fue el primer año en el que los campus universitarios acogieron partidos de baloncesto (NCAAB) y, ya en el siglo XX se formaron la NFL, en 1920, y la NBA, en 1946.

Con esto quiero señalar que ponerse a decir que algo es lo más impresionante que se recuerda en la historia adquiere otra dimensión cuando vemos que esa historia se nos va a la época de los carromatos, las diligencias, los vaqueros y los indios.

Tenemos, pues, cinco grandes competiciones a considerar: las dos de football, las dos de baloncesto y la de béisbol. Completaría el sexteto la NHL, la liga de hockey sobre hielo, pero es seguida más por un nicho concreto de aficionados, muy numeroso e importante, pero nunca al nivel general de implantación comunitaria de los otros.

En todas ellas, en las cinco, la campaña 2016 será recordada como memorable por quién ganó y por cómo se ganó. Si os estáis extrañando porque hablo del 2016 que sepáis que la Super Bowl se considera de la campaña en la que se disputó la temporada regular, esto es, la de ayer consta como la final de la temporada 2016.

Cinco campeones majestuosos, cinco finales de infarto

Empecemos por esta, por la NFL. Los New England Patriots vencieron a los Atlanta Falcons. El concepto de histórico se fundamente en que los Patriots alcanzaron su quinto título. Quinto anillo para Tom Brady, QB, y Bill Belichick, entrenador, que se alzan, casi de forma unánime, con el título de mejores de la historia en sus respectivos puestos. Brady supera a Montana. Lo hicieron, además, con la mayor remontada de la historia de la Super Bowl, pues llegaron a ir perdiendo 28-3, y con la primera prórroga que vemos en las 51 ediciones del gran partido. Casi nada para los registros.

En la NBA la monumental remontada tampoco se quedó pequeña, pues los Golden State Warriors perdieron un 3-1 de ventaja Las Finales. Sin embargo, para los anales de la historia lo que queda es que Cleveland consiguió su primer título de baloncesto gracias a sus Cavaliers, y el primero en cualquier deporte después de más 50 años de sequía, así como LeBron James, con su tercer anillo, se elevaba a candidato a estar en el mejor quinteto de siempre. Fue, para estar a tono con el resto de hazañas aquí descritas, de forma agónica y con un tapón de LeBron y un triple de Kyrie Irving en los instantes finales del séptimo partido.

En la MLB, probablemente, el mejor de todos los momentos de este increíble año. Los Chicago Cubs, la gran historia por escribir del deporte norteamericano, al fin encontró acomodó en los titulares: Los Cubs ganaron las World Series. 108 años tardaron en conseguirlo. 108. Los corazones de Norteamerica se encogieron en octubre al comprobar que sí, que era posible, que la franquicia maldita de Chicago podía ganar, y ganó el título. ¿Os imagináis cómo? En el séptimo partido, claro, en la prórroga, por supuesto, remontando un 3-1 en contra tras cuatro partidos, ¿cómo si no?

En el mundo universitario ni el drama ni los ganadores (ni los perdedores) restan un ápice a la gloria de la temporada.

En baloncesto, en el March Madness, Villanova ganaba a North Carolina con un triple de Kris Jenkins sobre la bocina. Era su segundo título nacional, siendo el otro de 1985, mientras que North Carolina (la universidad de Michael Jordan) es una de las más laureadas, icónicas, distinguidas y poderosas de esta competición.

Y en football Clemson, al igual que Villanova, ganó con un touchdown en el último segundo (...) a la todopoderosa Alabama, alzándose con el segundo gran título nacional de su historia.

Cada uno de los triunfos anteriores, de forma individual, bastarían para hacer de esta temporada en el deporte estadounidense algo memorable. ¿Todo junto? Todo junto no admite comparación. Hemos asistido a una cantidad de momentos impresionantes, irrepetibles, inolvidables en suma, de los que se contarán por años venideros en historias orales y documentales por hacer, que me da la sensación de que, ahora mismo, aún no tenemos la perspectiva suficiente para juzgarlo y entenderlo.

Así que, aunque suene a absoluta exageración, creo que es evidente que el 2016 se considerará el año más increíble, el mejor, de la vetusta y rica historia del deporte de Estados Unidos. Y se me pone una enorme sonrisa en la cara sólo de pensar que lo he vivido todo sentado en primera fila y sin perderme detalle.