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La explicación de por qué los espejos del gimnasio siempre te hacen más flaco

Aunque te machaques concienzudamente, la imagen que ves reflejada no es tan musculada como la de otros usuarios. Científicos australianos lo han estudiado

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La explicación de por qué los espejos del gimnasio siempre te hacen más flaco

No, los espejos de los gimnasios no son como los carritos de los supermercados: no están trucados. No han sido diseñados para hacer que siempre te veas delgado y renueves tu abono cada mes. ¿Entonces por qué, aunque te machaques a conciencia, nunca te ves tan cachas como esos mazas que deambulan por las instalaciones? Tiene explicación, y se basa precisamente en la relación entre esos mazas, el espejo y lo que tú ves en él.

Un estudio publicado este pasado enero en la revista Scientific Reports ha analizado los trastornos de la imagen corporal, enfocado a enfermedades como la anorexia, la vigorexia y la el trastorno dismórfico corporal. En España, entre un 4% y un 6,5% de las jóvenes de entre 12 y 21 años sufren alguna de estas dolencias; mientras que en el caso de los varones adolescentes, la cifra se sitúa entre el 0,2% y el 0,9%. 

La investigación, de la Universidad MacQuarie, en Sídney (Australia), apunta que es frecuente que personas con un peso saludable y hasta por debajo de lo recomendado consideren que sufren sobrepeso, lo que en ocasiones conduce a un trastorno alimentario, mientras que las que están en el otro lado de la balanza perciben su cuerpo de manera errónea como “normal y saludable”, debido al aumento de peso de gran parte de la población. Con el propósito de entender un poco mejor qué motiva esta “distorsión” visual, los investigadores han querido que los participantes, de entre 18 y 30 años, observasen una serie de imágenes corporales que presentaban un posible aumento y una disminución de la grasa corporal y desarrollo muscular.

Y, ¿qué ocurrió después de haberse sometido a esta prueba? La mitad de ellos vieron modificada su “normalidad subjetiva”; es decir, percibían los cuerpos más musculados como normales y, en cambio, los cuerpos normales como demasiado delgados. La misma percepción que tienes cuando te ves reflejado en los espejos del gimnasio y te ves como un tirillas (rodeado de tipos mazas que distorsionan tu idea de normalidad). En términos científicos, este cambio de norma en lo que percibimos como “normal” o “habitual” se debe a “una reducción de la sensibilidad conocida como el resultado de un estimulación prolongada de las células de nuestro sistema visual”.

"Una imagen condiciona lo que de forma inmediatamente posterior advertimos en otra imagen por un fenómeno probablemente relacionado con el efecto de persistencia visual”, explica el psiquiatra y psicoterapeuta Sergio Oliveros Calvo, director del Grupo Doctor Oliveros. Aunque, en su opinión, eso explicaría solo en parte el origen de determinados problemas de salud. "La neurobiología de los trastornos de la imagen corporal todavía está lejos de poder ofrecer una explicación completa sobre por qué se producen”, aclara. "Es un factor intrínseco, no causal de estos trastornos. Es decir, forma parte del síndrome, pero no es el causante”. Y pone este ejemplo: “Jugar con una Barbie no genera una anorexia en todas las niñas, y lo mismo ocurre con los niños y los Action Man. Es mucho más probable que esta obedezca a factores individuales biológicos y psicológicos que reaccionan frente a los estímulos externos”.

Un estudio realizado en España asegura que “el riesgo de padecer dismorfofobia muscular aumenta con el grado de obesidad y el grado en que se consumen suplementos”. Otra investigación ha encontrado diferencias en función del sexo, y señala que los adolescentes varones ienden a verse muy enclenques mientras que las adolescentes “normales” suelen percibirse a sí mismas como rellenitas. A veces es cierto eso de que las apariencias engañan.