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¿Más suplente que nunca?

Actualizado a

Claudio Bravo vio desde el banco la sufrida remontada del Manchester City que acabó imponiéndose por 5-3 al Mónaco en el duelo de ida de los octavos de final de la Champions. Guardiola dilató la decisión sobre el arquero titular hasta última hora, pero confirmó en el puesto a Willy Caballero quien venía atajando hace tres fechas en la Liga Premier. El meta argentino no defraudó pese a cometer un grueso error en un despeje que derivó en el primer gol de Radamel Falcao. Luego atajó un penal y, a poco del cierre, sacó con el pie derecho un remate rasante que hubiera significado el cuarto gol del equipo del principado.

Caballero no tuvo responsabilidad en los otros dos goles del Mónaco. El segundo, un violento disparo a quemarropa de Mbappe y el tercero una vaselina de crack de Falcao. Nada que reprocharle. Aunque duela no hay argumentos para removerlo tras su actuación de este martes.

La suplencia de Bravo incomoda a cuatro semanas y monedas del partido entre Chile y Argentina por la decimotercera fecha de las Clasificatorias. Hubiera sido mucho mejor que el capitán de la Roja llegara al duelo como titular en ambas competiciones, peleando la liga y con un pie en cuartos de la Champions, pero el fútbol tiene estas cosas. Salvo Messi, Cristiano Ronaldo y unos cuantos más, pocos jugadores tienen comprada la titularidad en sus clubes. Hoy es suplente, tiene que aceptarlo y luchar por revertir la situación.

¿Es perjudicial para la selección el momento de Bravo? En el papel, no. El ex golero del Barcelona dispone de la suficiente experiencia y capacidad para disociar su presente en Manchester y el desafío, por partida doble, que suponen las Eliminatorias. Bravo es el capitán de equipo y debe dejar su hastío fuera de Juan Pinto Durán. Su liderazgo así lo impone. Esta pasada por Buenos Aires y Santiago, esperemos, sea un desahogo, una válvula de escape, para un arquero de talla mundial que lo pasa mal en su club.

Muchos pensamos que Bravo sería el elegido de Guardiola para defender el arco del City ante el Mónaco, pero el técnico catalán respetó una vieja máxima del fútbol: el puesto no se pierde sin razones fundadas. Y, para ser francos, Caballero no dio motivos para volver al banco. En la cancha no perdió el puesto.

Ante los hechos y en retrospectiva puede parecer que fue un mal negocio para Bravo haber salido del Barcelona. En la ciudad condal, Luis Enrique quizá hubiese repetido la fórmula y el nacido en Viluco sería nuevamente el arquero titular en la liga española. Pero Bravo quiso otra cosa, sentir la adrenalina de la Champions y se embarcó en un proyecto ambicioso con uno de los mejores técnicos del mundo. La historia partió bien y se fue enredando al punto que se quedó sin pan ni pedazo, sin jugar la Premier ni la Liga de Campeones. Eso, en todo caso, no significa que el panorama se mantenga inalterable. En este deporte todo es dinámico, puede cambiar de una semana para otra.

Bravo debe matarse en los entrenamientos, mejorar respecto de sí mismo cada vez que le toque jugar y demostrarle a Guardiola que está cada vez más acostumbrado al fútbol inglés. Veremos si Caballero le abre un flanco o debe esperar hasta la próxima temporada para partir de cero. Mientras tanto que ataje en la Roja como ya sabemos. La selección requiere su mejor versión.