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El truco del conejo

Actualizado a

Lo de Sebastián Ubilla bien parece el libreto de esas clásicas películas estadounidenses de héroes deportivos, salvo que no es béisbol, fútbol americano ni hockey sobre hielo. La historia del tipo que sufre una lesión terrible, que lucha duro por volver, con merma física y temores absolutamente comprensible aparejados y que, cuando menos lo espera, se convierte en el héroe de un partido clave. A eso súmele el argumento dramático de torcer la historia en las postrimerías del juego y con un escenario soñado: casi lleno y con una fanaticada en éxtasis.

Aunque se utilizan mucho el "lo quebraron" en el fútbol, no es un fenómeno común. Y cuando hay fracturas, generan tristeza, dolor ajeno y solidaridad en compañeros y rivales. Porque hay miles de historias de fracturas que terminaron con la carrera de algunos jugadores. Y también las hay de los tipos que se pusieron de pie de nuevo y regresaron en gloria y majestad. Tanto es así que una de las tribunas del estadio de la UC se llama Mario Lepe.

Más allá de lo novelezco que tiene el regreso del Conejo Ubilla tras la fractura de tibia sufrida en Talcahuano a fines de abril del año pasado, el hecho tiene otros significados. Está claro que al delantero surgido en Santiago Wanderers aún le falta para retomar su nivel y que este gol en los últimos minutos ante Unión tendrá un efecto superior al del tratamiento más sofisticado en su rendimiento personal.

El tanto del quilpueíno Ubilla termina con varias maldiciones. La U volvió a ganar tres partidos seguidos desde hace dos años, cuando Martín Lasarte estaba en el banco. Volvió a ganarle a Unión Española en el Estadio Nacional. Y, quizás lo más significativo, es que recupera una mística y un pundonor que parecían perdidos. Ese que permite ganar los partidos cuando no se juega bien, algo que por largos años fue sello de la U y que, para muchos, era el argumento que justificaba la fidelidad de su hinchada.

Como bien dijo alguien en el estadio, "hasta la semana pasada, la de Ubilla daba en el palo, el cabezazo de Churín (en el último minuto y desviado en gran atajada por Johnny Herrera) era gol y nos íbamos para la casa con una derrota".

La suerte parece estar cambiando para los azules. Más allá de los rendimientos, hay una actitud diferente, que no es nueva, pero que llevaba largo tiempo extraviada.