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¿El más grande deportista de todos los tiempos?

A los 35 años la mayoría de los ex tenistas profesionales de elite están disfrutando de sus ganancias, jugando exhibiciones, abriendo academias de tenis, iniciando sus carreras como entrenadores o viajando algunas semanas en el ATP Champions Tour, la gira de veteranos cuyo ranking lideran James Blake, Fernando González y Mardy Fish. Una vida mucho más relajada, sin tener que matarse entrenando y rendirle cuentas a nadie.

Roger Federer podría ser uno más de ese selecto grupo. Tomarse largas vacaciones, dedicarse a criar con todos sus sentidos a sus cuatro hijos y administrar los cientos de millones de dólares que acumuló en todos estos años. Pero no. El suizo sigue con la llama más encendida que nunca y este domingo en el Masters 1000 de Indian Wells ratificó que no solo es el más grande de todos los tiempos sino que es quien mejor está jugando.

En los primeros tres meses de la temporada Federer le sacó una ventaja evidente al resto. Da lo mismo si se benefició de los bajones de Murray y Djokovic porque para sentar esta supremacía debió derrotar a jugadores muy en forma como Nishikori, Wawrinka y Nadal en Australia y a dos de estos mismos rivales en el cemento californiano. Su sexto lugar en el ranking de la ATP es mezquino para su actual nivel.

A menos de cinco de meses de cumplir 36 años, el nacido en Basilea se mantuvo en la zona. Después del memorable título en Melbourne Park volvió a prevalecer en un cuadro donde estaban los mejores tenistas del mundo. Poco le importó toparse prematuramente con Nadal o hacer frente a dos cañoneros estadounidenses como Johnson y Sock, Federer tenía pactada una nueva cita con la historia. Aquella que lo consagró como el campeón más veterano de la categoría Masters 1000 y, de paso, significó el título número 90 de su carrera.

El tenis de Federer en el desierto de California fue una extensión de su juego sublime en el primer Grand Slam de la temporada. Su saque registró más de un 65% de primeros servicios y sobre un 80% de efectividad. Su drive fue un arma letal que lo proveyó de múltiples tiros ganadores y su revés un deleite en lo técnico y recurso clave para quedar en posición de dominio. Hoy el suizo está teniendo tanta confianza con su backhand que le pega de ese lado como si el mundo se fuera a acabar. El slice pasó de ser un elemento reiterado en los últimos años a un golpe empleado estratégicamente solo cuando tiene que defender, bajar la velocidad o ejecutar un tiro de aproximación. Completísimo.

Roger, que llegó a 25 títulos de Masters 1000, deberá darle una vuelta a su agenda y objetivos. Hace menos de dos semanas fue bastante explícito para poner en duda su participación en Roland Garros por el desgaste que implica jugar la temporada europea de arcilla y rematar en Bois de Bulogne. Federer quería enfocarse en Wimbledon porque su mente estaba puesta en conseguir su decimonoveno Gran Slam. Ahora, con este escenario, jugando con la confianza a tope y, especialmente, con la posibilidad de volver a ser número uno del mundo, puede que se lo replanté. Los números son reveladores: en la carrera al Masters de Londres, el ranking que mide solo los puntos de la presente temporada, el suizo casi duplica a Nadal, su escolta. Tercero figura Wawrinka a más de 1.600 unidades.

Más allá de que seguir sumando majors sea la meta principal de Federer, un eventual retorno al primer lugar de la clasificación marcaría otro enorme hito en su carrera y situaría en otra dimensión el debate sobre su lugar en la historia del deporte mundial. Si consigue regresar al número uno con 35 o 36 años se trataría de una hazaña sin precedentes en el mundo del tenis, una demostración de vigencia admirable, una proeza física que, en opinión de este columnista, lo dejaría en el podio con Pelé y Alí e incluso con argumentos objetivos para ser considerado el más grande de todos los tiempos.

Federer acumula 302 semanas como número uno del mundo y para destronar a Murray u otro precisa ganar otro Grand Slam y seguir siendo competitivo en los Masters 1000. El problema es que en la gira de arcilla europea, donde los partidos son más largos y el físico se estropea, hay más de 4.000 puntos dando vuelta y necesita sumar parte de esa bolsa para no quedar condicionado a dos grandes actuaciones en Wimbledon y US el Open. Vaya disyuntiva.

Por estas horas, el suizo está descansando después de su magnífico triunfo en Indian Wells y, de seguro, pensando en qué hacer con los torneos de tierra batida. ¡La leyenda del suizo puede ser aún más grande!