Curry y sus Warriors logran increíble remontada en San Antonio
Recital de los Warriors, que remontaron tras un inicio horrendo y dejan sentenciado el Oeste: 3 y medio sobre los Spurs. Pau Gasol, 18+8+5.
El 11 de marzo los Spurs arrasaron a los Warriors en su segundo duelo de la temporada. Eran los Warriors que dejaron a sus estrellas en el banquillo para (además de descansar…) airear su descontento con un tramo de calendario infame (ocho partidos en trece días, siete fuera de casa, back to back Minneápolis-San Antonio). Tres días después, y en pleno bache post lesión de Durant, los Warriors vieron como los Spurs les arrebataban el primer puesto del Oeste. Desde entonces, han pasado poco más de dos semanas, los de Oakland han ganado nueve partidos seguidos, todos desde esa esperpéntica primera visita a San Antonio. Con un ataque que recuerda a su mejor versión de las dos últimas temporadas (hay muchas muestras entre las que elegir) y la mejor defensa de la NBA con más de tres puntos porcentuales sobre cualquier otra. Suman 61 triunfos (61-14) y tienen tres partidos y medio de ventaja sobre los Spurs con siete por jugar, seis de ellos en su pista y su única salida, en Phoenix. Game over: aunque las matemáticas digan (a duras penas) lo contrario, la batalla por el liderato de la liga que entreabrió la lesión de Durant ha finalizado. Los Warriors volverán a tener ventaja de campo a lo largo y ancho de los playoffs.
Los Warriors tienen el mejor rating ofensivo de la liga y están en empate técnico (a una décima porcentual) con los Spurs por el mejor defensivo. Tienen el mejor porcentaje de asistencias y el mejor ratio de asistencia por pérdida de la NBA. Son el equipo que más anota, que más asiste, que más balones roba y que más tapones pone. Son el primer equipo que suma 91 victorias (a falta del partido en Phoenix…) a domicilio en tres temporadas (2015-17, la era Kerr), el primero que gana al menos 30 partidos fuera en dos seguidas desde los Bulls (95-97)… Son tantas cosas que basta con decir que son un equipo de baloncesto histórico, formidable. Uno capaz de sacar a los Spurs de un trance made in Popovich y, con un bofetón que resonó de punta a punta de la liga, remontar 22 puntos en la salvaje Texas, ganar con cierta comodidad final (98-110), evitar la barrida de los Spurs (1-2) y, repito, cerrar las cuenta de su Conferencia sin más trabajo ya que mantener su actual inercia y dar minutos a Kevin Durant en los últimos partidos de la Regular Season.
Una reacción para el recuerdo
En back to back tras ganar en Houston (dos noches fuera contra los otros dos mejores balances de la NBA), los Warriors tardaron más de medio cuarto en empezar a jugar, un castigo primordial contra estos Spurs maquinales de defensa asfixiante, circulación inteligente y jauría de brazos en el rebote: 15-0 en 4 minutos, 23-3 en siete (solo un triple de Stephen Curry) y 29-7 en ocho y medio. Desmantelados y aparentemente cansados, destemplados, los Warriors se rebelaron contra un destino que parecía sellado y arrancaron desde ahí, después de aterrizar ocho minutos tarde y con un -22, en una actuación prodigiosa y en el primer +20 (22-1 total ahora) que se les escapa a los Spurs en toda la temporada. De ese 29-7 al final, 69-103, 57% en tiros por el 38% de un rival que acabó viviendo del tiro libre, 12/22 por 4/16 en triples, 30-15 en asistencias, 9-13 en pérdidas… Desde la tumba, los Warriors sacaron una defensa frenética, un ritmo de ataque que descuartizó a un rival más alto y más veterano y un funcionamiento colectivo colosal. El 44-67 entre los cuartos segundo y tercero allanó una victoria que remató en el último parcial David West, que jugó la temporada pasada en los Spurs y (entre abucheos) acabó un 15+4+5 desde una segunda unidad en la que volvió a ser crucial Igoudala, desatado tras la lesión de Durant: esta vez 14 puntos y una aparición decisiva para dar el primer aliento de vida cuando su equipo estaba fuera del partido en el primer cuarto.
Desde la nada del inicio, Klay Thompson anotó 23 puntos y Draymond Green dirigió los zarpazos defensivos que liberaron un ataque deliciosamente dirigido por Stephen Curry: 29 puntos, 11 asistencias, 4/8 en triples. Tiros lejanos cuando hacían falta, penetraciones y buenos pases cuando Popovich arrojó toda su defensa sobre su lanzamiento exterior. En los últimos cinco partidos, Curry promedia 25 puntos y 10 asistencias. En la temporada (con el mejor +/- de toda la NBA), 25, 6,5 y 4,5 rebotes. Y ha anotado ya 289 triples, la segunda mejor marca de siempre solo por detrás de sus imposibles 402 de la temporada pasada. Acabará por encima de 300 y ya está otra vez en torno al 40% de acierto. Y todavía tiene que regresar Kevin Durant…
Los Spurs pasaron de 100 a 0, de todo a nada. De divertirse a costa de su rival a estrellarse con un demonio azul y amarillo que le perseguía por todos los rincones de la pista y que le obligó a enseñar la yugular después de haber estado en la lona. Kawhi Leonard acabó en 19+7+5 pero había hecho 8+4+3 en el primer cuarto (3 puntos y nada más en el último parcial); LaMarcus Aldridge anotó 9 puntos en los primeros 12 minutos y 8 en los 36 siguientes. Parker se quedó en 0, Mills en 6 y Danny Green metió 3 triples de salida y solo uno más después (16 puntos). Pau Gasol sostuvo a un equipo cuesta abajo en los peores minutos del segundo tiempo (18+8+5 final) pero la historia del partido se había escrito antes del descanso, cuando se esfumó el +22 y se instaló en San Antonio la sensación de que el cazador terminaría siendo irremediablemente cazado. Por dureza competitiva primero y recursos de juego después, el partido de los Warriors fue deslumbrante, una demostración de poder que recorrerá la NBA y se instalará como recordatorio en un rival que le había dado duro en sus dos duelos anteriores de este curso. Pero que esta vez tuvo que claudicar, asfixiado por un enemigo que, en esta versión, parece inalcanzable. Ya lo es en Regular Season, donde un año más nadie quedará por delante.