Una primera parte descomunal le sirvió al Barcelona para dejar visto para sentencia el partido ante el Sevilla, sumar tres puntos para seguir presionando al líder y darse un descanso en la segunda mitad. El 3-0 con el que se llegó al final de la primera parte acabó siendo el resultado final de un duelo en el que el Barcelona acabó jugando pensando más en lo que ha de acontecer que en lo que estaba sucediendo.
El plan le salió perfecto a Luis Enrique, que pudo dar descanso a Luis Suárez cuando el partido estaba ya sentenciado al tiempo que Piqué y Rakitic lograban esas tarjetas amarillas que les permitirán limpiarse de cara a un abril de infarto y llegar descansados a la cita del próximo martes en Turín. Y todo eso aderezado con un Messi voraz en la primera parte y un Iniesta que regresó para dirigir el partido a su antojo. El capitán del Barcelona le dio la razón a su técnico, quien en la previa del partido anunció que el de Fuentealbilla estaba a su mejor nivel. Andrés volvió a escoger el partido para salirse y cuando el ‘8’ del Barça anda fino, poca cosa puede el oponente.
Valiente, Luis Enrique volvió a apostar por el dibujo más ofensivo y exigente de los que tiene en la paleta: un 3-4-3 que en ausencia de Rafinha devolvió a Sergi Roberto a su posición más natural. No falló el canterano, que compactó al equipo y jugó un encuentro táctica y físicamente perfecto al lado de un centro del campo en el que Rakitic y Busquets estuvieron inmensos mientras la situación así lo requirió.
Fue el partido entre el Barcelona y el Sevilla un duelo entre un equipo, el blaugrana, en plena pujanza y que llega a la fase decisiva del campeonato dando lo mejor de si mismo y otro, el de Sampaoli, que denota claros síntomas de agotamiento. Ni rastro se vio en el Camp Nou de ese Sevilla infernal de la primera mitad de la Liga que planteaba una trinchera en cada cuadrante del campo. En este sentido, el desplome de jugadores como Nasri o Mariano es más que significativo.
En cambio, en el Barcelona las piezas se afinan a un nivel de relojería para llegar a la hora decisiva en la mejor forma posible. Messi, que llevaba 13 días sin competir, tuvo suficiente con 45 minutos fabulosos para marcar dos goles tremendos que aseguraban el camino que había iniciado Luis Suárez con un golazo conseguido con una chilena imposible que le define como el delantero centro perfecto. Un tanto únicamente al alcance de esos que llevan el gol en la sangre. De nuevo, el uruguayo cazador abrió el camino de la victoria (ha marcado el primer gol del partido ya en ocho ocasiones en lo que va de Liga) y facilitó el tránsito de su equipo por una primera parte en la que los de Luis Enrique apabullaron al rival.
En la segunda, el Barcelona empezó a pensar más en el futuro. En Málaga y en la Liga en lo que afecta a limpiar tarjetas y en Turín y la Champions en el descanso de las piezas más relevantes del equipo. El partido se cayó y el Sevilla adecentó su imagen, pero entre que Ter Stegen sigue siendo tan fiable como poco ortodoxo y que en los metros finales les fallaba el oxígeno a los andaluces, el marcador ya no se movió.
Le quedó al Sevilla algún arranque de impotencia, como las faltas de Vitolo que le llevaron a la ducha antes de tiempo, ante un Barça que empieza a transmitir muy buenas sensaciones a pesar de estar regulándose.