El calvario de Ezeli: "Acabas esperando a que muera alguien"
El pívot, que no ha jugado en toda la temporada, quiere localizar a la familia de su donante de ligamento: "Estoy muy agradecido".
Dadas las circunstancias, los Blazers arriesgaron con Festus Ezeli, al que dieron un contrato de 16 millones de dólares por dos temporadas. Riesgo porque el pívot nigeriano tiene todavía 27 años pero sus rodillas no le han dado tregua en una carrera que estaba siendo realmente prometedora en los Warriors. En junio de 2013 se operó de la rodilla derecha. La pasada temporada tuvo problemas en la izquierda. Solo jugó 46 partidos de Regular Season y volvió en los playoffs, pero sin la explosividad que le daba un plus defensivo a la segunda unidad de los de Oakland, que además habían perdido a Andrew Bogut por lesión.
Ya en Portland, no ha podido debutar en toda su primera temporada por culpa de esa rodilla izquierda, que no dejó de darle problemas hasta que tuvo que pasar de nuevo por el quirófano. La operación tuvo lugar el 7 de marzo, y en ella se le trasplantó el ligamento de un cadáver dentro de un procedimiento ya orientado prácticamente a salvar su carrera NBA.
Ahora, un excelente artículo de Marc J. Spears para The Undefeated repasa el calvario por el que está pasando Ezeli, que confiesa que quiere ponerse en contacto vía carta con los familiares del donante de ligamento que, espera, le permita recuperarse de forma plena: “Estoy preparando una carta porque me encantaría conocerles aunque no tengo ni idea de la procedencia del ligamento. Imagino que sería de una persona muy grande. Hay muchas especificaciones sobre el cadáver, es una locura. Pero sería una persona grande, de mi altura y mi peso, para que pueda soportar mi volumen cuando vuelva a jugar. Tenía que haber sido una persona joven. Y luego hay otras restricciones… Es de locos, acabas literalmente esperando a que alguien muera. Esa es la parte más triste. No tengo información sobre la procedencia, pero me ha hecho muy feliz. Estoy muy agradecido y espero que con mi carta pueda ponerme en contacto con ellos porque en el hospital apenas dan información”.
Ahora Ezeli pasa las horas en la casa que le regaló a su madre en un suburbio de Sacramento, con una máquina de movimiento pasivo conectada a su rodilla izquierda. En las últimas Finales trató de ayudar a su equipo, aunque estaba lejos de un estado físico óptimo y los Cavaliers sacaron ventaja de sus minutos en pista: “Tenía que haber estado peor para no jugar. No me podía quedar fuera en un séptimo partido, salí a la pista y lo di todo. Eso es lo que he hecho y haré siempre. Siempre que pierdes crees que puedes hacer más, pero estoy orgulloso de aquel equipo, de cómo nos enfrentamos a los contratiempos. La lesión de Bogut, mis problemas de rodilla… Es muy complicado aunque para los aficionados sea difícil entender que se te escapara una ventaja de 3-1”.
En los Blazers esperaba comenzar de cero y de hecho pasó pruebas físicas antes de jugar firmar: “Me sentía bien pero para el tercer día de entrenamientos el dolor era insoportable. Dejé de entrenar esperando que se calmara pero los médicos que dijeron que la cosa solo estaba yendo a peor. Tuve que parar con la idea de poder jugar muchos más años en el futuro. Tuve esa operación tras la que primero estás feliz pero luego piensas que alguien ha fallecido para que haya podido hacer esto con mi rodilla. Por eso quiero dar las gracias a la familia de esta persona. Son ellos los que me han dado esta segunda oportunidad y estoy muy agradecido”.
Ahora no pierde la esperanza de jugar con la camiseta de los Blazers, que intentaron deshacerse de su contrato en el mercado invernal y que pueden cortarle pagando un millón de los 7,7 que debería cobrar la próxima temporada: “Quiero ponerme el uniforme de los Blazers. No fiché por ellos para llevarme el dinero, lo hice porque visualizaba lo buenos que podíamos llegar a ser. Nada me gustaría más que ponerme esa camiseta y competir con ella en unos playoffs”.