Griezmann nunca falla
Un gol del delantero francés dio al Atlético una victoria clave para afianzar el tercer puesto. El Espanyol fue mejor durante muchos minutos pero salvó Oblak.
Un delantero al que media ocasión le basta para hacer un gol. Un portero que lo detiene todo. Una defensa impecable. Un martillo pilón. Da igual cómo vaya el partido, qué parezca, que siempre los gana. Tiene a Griezmann. Cada vez recuerda más a aquel Atleti campeón de 2014.
Lo avisó el Atleti en el 71’, en una jugada de mucho toque en la que se plantó delante de Diego Lópéz. Si no terminó en gol, fue porque, en línea de gol, Koke quiso parar y no rematar. Dos minutos después, después de otro barullo, un balón rechazado de Saúl llegó a la bota izquierda y lo envió a la red. En la jugada siguiente Oblak alzó sus manos de pulpo ante Baptistao, ese ex que cada vez que vuelves a verlo te hace una herida, para que no olvides. Simeone respiró en su banquillo. Su equipo ya ganaba un partido que no dominaba desde el minuto 30’.
Porque comenzó bien, con Griezmann por detrás de los puntas y en todas partes, pero se fue viniendo abajo, como si pesara Leicester, el viaje a Inglaterra y los partidos cada tres días. A la media hora el control había cambiado de botas: Jurado había cogido el balón y todo gravitaba a su alrededor, con Gerard y Aaron con perfectos compañeros de juego. Lo del primero se sabía, el segundo es un chaval que vive un estirón infinito, fue un punzón en la izquierda intentando encontrarle la espalda y las cosquillas al último invento de Simeone: Giménez.
Si de natural es central y el otro día fue mediocentro esta vez era lateral derecho. Tres en uno. O cuatro. Lo que sea. No se descosió y eso que esa banda intentaba el Espanyol que fuera su puerta habitual hacia Oblak. Si antes del 30’ cada uno tenía una ocasión (un disparo lejano de Carrasco por un lado, un mal remate de Jurado a un buen centro de Gerard por otro) desde el 31’ todas eran pericas. Eso sí, sin profundidad, por mucho que Caicedo
Al descanso, el Profe miró a Thomas. Calienta que sales. Sería el primer cambio.
Torres se quedó en la caseta, Griezmann dejó la banda para volver al ataque. Pero nada cambió demasiado. Ahí era donde el Atleti notaba la falta de lateral derecho natural: Giménez, fenomenal atrás, no subía. Al área de Diego López, el Atleti sólo tenía dos caminos, el cedntro o la izquierda, y por ahí plantaba Quique todas sus piernas. El partido seguía áspero, rascando mucho. Tuvo dos minutos de arreón el Espanyol pero con el mismo final que la primera parte. La cabeza de Savic repelió con remate de Caicedo con veneno despuás de la enésima jugada Jurado-Gerard-Piatti.
El partido, con Gameiro de vuelta y Baptistao, se equilibró. Y Griezmann se ajustó la cinta del pelo antes de ponerse la capa y encontrarle el agujero a Diego López. Este Atleti es indestructible. Y su pisada cada vez suena más fuerte.