Hasta siempre, Paul Pierce
El alero, que anunció en septiembre que este sería su último año en la liga, jugó ayer sus últimos minutos en la NBANicolás Jarry vs Albert Ramos
Ayer dejó los parqués de la NBA otro de los grandes (enormes). Paul Pierce, The Truth, lleva cuatro años vistiendo diferentes camisetas en Washington, Brooklyn y Los Angeles, pero siempre será bandera de los Boston Celtics (parece que se podría retirar de verde: firmaría por un día). Un jugador especial, un talento dirigido por la inteligencia y la valentía de una cabeza en la que solo cabía ganar. Nunca fue el más fuerte ni el más rápido. Tampoco el más atlético de los aleros (por no decir directamente lo contrario). Pero siempre encontró su sitio, y en su sitio era imparable.
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Procedente de la Universidad de Kansas, Paul Pierce llegó a Boston en 1998 con el número 10 del draft como carta de presentación. Nadie sabía entonces que aquel alero se convertiría en el puente que conectaría el gran pasado de la franquicia con su presente y futuro: la siguiente leyenda verde.
"Ha sido un viaje divertido", dijo ayer Pierce después de que los Clippers fueran eliminados. Nosotros sí que nos hemos divertido, Paul.
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The Truth jugó 15 temporadas en Massachusetts, con dos Finales de la NBA por el camino (junto a Rondo, Ray Allen y Kevin Garnett). Colgó el decimoséptimo banner de la franquicia más laureada del deporte de la canasta y se convirtió en el ídolo moderno de la afición. Son ya historia de la liga sus decenas y decenas de canastas en segundos finales, su gen competitivo, su número 34, su siempre efectivo pump-fake (amago) y su ambición. Garra, hambre y ética de trabajo. Con Pierce se va otro de los grandes (enormes).