Hernández
El héroe azul
Felipe Mora siempre fue de la U. Desde pequeño su papá y, especialmente, su abuelo se encargaron de inculcarle esa pasión por el Romántico Viajero. Sus largos años en cadetes de Audax Italiano, con paso al primer equipo y posterior consolidación como goleador, no lograron atenuar su identificación con los azules, los mismos que este sábado dieron la vuelta olímpica gracias a su anotación en el minuto 22 ante San Luis y los otros 12 tantos que lo convirtieron en el máximo artillero del torneo de Clausura 2016 – 2017.
El foul de Vicencio no lo dejó terminar el partido y su impotencia fue extrema al punto de querer cobrarse revancha antes de abandonar cojeando la cancha. Es que a esa altura el triunfo no era seguro y Mora estaba jugando los 90 minutos más importantes de su carrera. La victoria azul nunca estuvo seriamente amenazada pero tras el 2 a 1 de Paredes en La Serena un error, un detalle, podía convertir el festejo en funeral. En el intertanto, Hoyos movió bien el tablero, hizo cambios conservadores, aguantó la pelota y suplió con pragmatismo la ausencia de su goleador en el tramo final. Con nervios pero sin grandes sustos, salvo aquel del minuto 92, la U logró bajar su decimoctava estrella.
A los 23 años, Mora fue por primera vez campeón y goleador de un torneo. No alcanzó a dedicárselo al abuelo que por años lo llevó a entrenar a la Florida y partió antes de cumplir su gran anhelo: verlo triunfar con la camiseta de la U. Hoy Mora pagó simbólicamente esa deuda y le dio una enorme alegría a su familia y a todo el pueblo azul.
Pese a su juventud, Mora transitó el camino largo, el más razonable para los jugadores que destacan a temprana edad y son tentados desde el extranjero. Hizo carrera en Chile. A diferencia de muchos compañeros de la sub 20 de Turquía que partieron prematuramente y no tuvieron éxito en otras ligas. ¿Ejemplos? Cuevas, Bravo, Rabello, Lichnnovsky, Huerta, Castillo, en su etapa en europea, y Angelo Henríquez quien después de un prometedor arranque en Croacia hoy juega en el equipo B del Dinamo de Zagreb.
De aquella generación, Mora hizo el aguante en Chile y en un semestre la descosió. Se consagró como el jugador más gravitante de la U y un exportable que, de seguro, seguirá su carrera fuera del país. Es que el fútbol está así, dinámico, permeable a ligas más poderosas financieramente. Con la apertura de la frontera mexicana poco y nada pueden hacer los clubes chilenos para retener a sus figuras. Le pasó a Católica con Castillo y a Colo Colo con Martín Rodriguez. Hoy es imposible competir con el gigante azteca.
Bien por la U que remó con categoría desde atrás, por Hoyos que manejó de manera impecable la interna y el funcionamiento del equipo y por Mora que fue paciente mientras la Gata Fernández lo tuvo el banco y arremetió con clase, con apetito voraz y, sobre todo, con humildad para convertirse en jugador más determinante del campeonato.