FINALES NBA | CAVS - WARRIORS (0-2)
Todo o nada para los Cavaliers en su cancha: resurrección o 3-0
Las Finales de la NBA se trasladan a Cleveland con un partido que levantará de la lona al campeón o lo dejará con pie y medio en la tumba.
Después del segundo partido y de viaje hacia Ohio, solo se hablaba de los posibles ajustes ya casi hacia el formato kamikaze que haría Tyronn Lue, sin margen de error. Pero, en cuanto pudo, el entrenador de los Cavaliers dijo que no tocarán gran cosa y que solo tratarán de "jugar mejor" porque son el campeón. En su papel… pero seguramente ocultando información. Ya en el segundo partido los Cavs trataron de adaptarse a los Warriors, no hay nada de malo en ello, cambiaron la batalla de la anotación en la zona (de 56-30 a 40-60) y pasaron de perder 20 bolas a forzar 20 pérdidas. Pero apenas consiguieron tres puntos de diferencia final (de -22 a -19). Es la losa psicológica (‘¿servirá de algo lo que sea que probemos?’) que Lue trata de combatir con un mensaje de reafirmación mientras el Basketball Power Index de ESPN da un 98% de opciones de ser campeón a Golden State Warriors: el 4-0 ya cuenta con un 38% de posibilidades, el 4-1 con un 40. Y LeBron James terminó genuinamente frustrado el segundo partido. Después de considerar el primero un mal día en la oficina, realmente pareció afectado por lo lejos que parecieron después de ser mejores y de poner tanto en el empeño. Más combustible para hoy… pero también más riesgo de hundimiento si la cosa se tuerce.
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Pero si se suma lo que dijeron los jugadores (“después de ver otra vez los partidos no hay tanta diferencia como en el marcador”, dijo Kyrie), sí se percibe lo que puede esconderse detrás del mensaje de Lue: Kevin Love habló de ritmo más bajo aunque su entrenador sigue insistiendo en correr en cuanto se pueda. En el segundo partido el pace fue más alto que en el primero (de 102,5 a 108,4) y aunque eso no parezca beneficioso de ninguna manera para los Cavs, Lue cree que solo ganarán anotando mucho y lo más barato que se pueda en transición. O quizá ya no lo crea y solo lo diga: esta noche sabremos más. En todo caso, los 99,9 puntos de los Warriors en las Finales 2016 son un mundo distinto a los 122,5 de los dos primeros partidos de este año.
Los Cavs, sencillamente, tienen que atacar mejor y defender mucho mejor y ni así podría bastar ante un equipo que no ha perdido en estos playoffs (14-0) y que maneja un +17,1 a favor en diferencia de puntos cuando la más alta en unas eliminatorias completas está en +15,5 y data de 1956 (Lakers). Si ganan esta noche, los Warriors no solo tendrán el anillo casi en la mano con el 3-0 sino que serán el primero equipo de toda la historia del deporte profesional estadounidense que gana quince partidos de playoffs seguidos. Ahora están empatados con los Penguins (NHL), que enlazaron 14 entre 1992 y 1993. Sería el 15-0, a un paso del título y ya con las mismas victorias que los Lakers del 15-1, el equipo que en 2001 firmó los mejores playoffs de siempre. Su única derrota (en el primer partido de las Finales ante los Sixers) cumplió ayer 16 años. La representa, así es la vida, la canasta de Allen Iverson tras sentar… a Tyronn Lue.
Kevin Durant contraprograma cualquier comparación con las últimas Finales, también seguramente la de las ventajas del juego más contenido para los Cavaliers, que no han sido un buen equipo defensivo en todo lo año y no lo fueron en la Bahía: los Warriors no han perdido esta temporada si han tirado por encima del 36% en triples. En los dos primeros partidos han superado esa marca, 42% en un segundo en el que anotaron 30 puntos más desde la larga distancia, suficiente para compensar el esfuerzo de los Cavs para evitar los puntos en la zona del partido inaugural. Además, los de Ohio no pasan del 31,7% en triples ante el equipo que mejor defiende la línea de tres y, en esencia, la mejor defensa de la NBA en los últimos años. En parte gracias, otra vez, a Durant, monstruoso en sus minutos de pívot en el segundo partido (5 tapones totales, 4 Harrison Barnes en todas las Finales 2016) y que apila ya 23 puntos con un 10/17 en tiros y solo una pérdida con LeBron como defensor principal.
LeBron está perdiendo el duelo individual con KD y eso está añadiendo presión mental al obvio agotamiento físico que implica esa sobrecarga: el domingo fue un jugador en la primera parte y otro en la segunda, evidentemente de más a menos. Seguramente Lue optará por liberarle y colocar a Shumpert con Durant. Este seguirá anotando pero LeBron estará más fresco y no abandonará tanto la zona, donde su presencia física es esencial para un equipo ya de por sí muy poco protegido. Además de liberar a LeBron en defensa, los Cavs tienen que liberar a Kyrie Irving en ataque (18/45 en tiros hasta ahora). Si no consiguen que Klay Thompson tenga que cambiar más a menudo el emparejamiento tras los bloqueos, sus opciones serán nulas: podrán ganar algún partido, no las Finales.
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Los Cavs deberán cuidar también su rendimiento tras el paso por vestuarios contra el mejor equipo de la NBA en terceros cuartos: 68-44 en los dos primeros partidos. Deberán cuidar todo, en realidad, porque esta noche se juegan más de media vida en una Finales que, pese a las quejas de algunos puristas por la falta de equilibrio competitivo de los playoffs, son las más vistas por ahora en Estados Unidos desde 1998. Los Warriors, por su parte, se enfrentan a un partido maldito: en 2015 y 2016 perdieron el tercero, primero en Cleveland, el año pasado además con una puesta en escena lamentable: 33-13 todavía en el primer cuarto, 120-90 final. Por eso Steve Kerr dijo nada más terminar el segundo partido que si repetían algunos de sus errores, no ganarían en Cleveland. Aviso para navegantes en un equipo que ya sabe cómo salen los Cavs de la tumba en cuanto se les da opción: a dentelladas. En los últimos playoffs, los Warriors perdieron los cuatro terceros partidos. En estos, han ganado en Portland, Salt Lake City y San Antonio. Veremos en Cleveland, donde esta noche comienza la conjura de los Cavs o asestan un golpe casi, casi mortal los Warriors. En las Finales se ha llegado 32 veces al tercer partido en 2-0 y solo en cuatro de ellas hubo vuelco. Una fue la del año pasado, claro. Pero desde entonces han cambiado muchas cosas, una por encima de todas: ahora Kevin Durant juega en Golden State Warriors.