YA ESTÁ EN LOS 50

¿Qué fue de Pamela Anderson?

De 'sex symbol' en los 90 ha pasado a ser una activista y defensora de los animales

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¿Qué fue de Pamela Anderson?

Pamela Anderson tiene 50 años. Sí, es un dato que hará que muchos se sientan viejos pero es la realidad. El tiempo pasa para todos y una de las mujeres más deseadas de los últimos 25 años está en plena edad de madurez tras haber sido durante mucho tiempo uno de los principales iconos sexuales de medio mundo. En la década de los 90, mientras la supermodelo alemana Claudia Schiffer representaba con su cabello rubio y su sofisticada figura la elegancia en su máximo esplendor, Pamela Anderson encarnó a la perfección el prototipo de rubia despampanante y voluptuosa. El exceso hecho cuerpo.

Pamela Anderson nació en Canadá el 1 de julio de 1967, con ancestros finlandeses por parte paterna y holandeses provenientes de sus antecesores maternos. Su vida cambió con 22 años, en 1989, cuando acudía a un partido de fútbol y la cámara del estadio la enfocó ataviada con una camiseta de la marca de cerveza Labatt. La multitud enloqueció ante la belleza de la joven Pamela y hasta la invitaron a bajar al terreno de juego donde se llevó una sonora ovación. La marca de cerveza le ofreció un contrato de modelo y en un abrir y cerrar de ojos se encontró iniciando su carrera.

A finales de 1989 decidió posar para la revista Playboy, en la que sería la primera portada de las 13 que protagonizaría durante cuatro décadas diferentes, un auténtico récord que nadie ha superado en la publicación creada por Hugh Hefner. En 1990 abandonó Canadá y se mudó a Los Ángeles, donde empezó a hacer castings y a aparecer como episódica en algunas series de televisión. El gran éxito que impulsaría su carrera hacia el estrellato le llegó en 1992, cuando fue escogida para interpretar en Baywatch, Los vigilantes de la playa en España, a la socorrista C.J. Parker.

La serie, protagonizada por David Hasselhoff, ya era un completo éxito -se llevaba emitiendo desde 1989- cuando Pamela Anderson se incorporó al reparto pero sus cifras siguieron creciendo mientras C.J. Parker lucía su melena al viento y su deslumbrante cuerpo por las playas de California salvando a incautos que habían sucumbido a las olas del mar. Anderson se convirtió en una de las actrices mejor pagadas de la televisión por ese papel que interpretó hasta 1997, cuando entró en la treintena de edad y decidió dedicarse a otros proyectos.

En 1998 se introdujo en la comedia protagonizando la serie V.I.P., que se mantuvo en antena hasta 2002. En los siguientes años la figura de Pamela saltó a la palestra por sus portadas en revistas y por las constantes operaciones de pecho a las que se sometió. Todos hablaban de los senos de Anderson pero paralelamente a todos esos hechos hay que destacar su activismo y su defensa de los derechos de los animales.

Pamela es un miembro activo del PETA y en 1999 recibió el premio Linda McCartney por hacer campaña en contra del uso de pieles de animales en la moda. También ha hecho campaña en contra de la caza de focas en Canadá y le echó un pulso a la franquicia Kentucky Fried Chicken por el trato que le dispensaban a los pollos.

En 2014 presentó al mundo la Fundanción Pamela Anderson, organización sin ánimo de lucro dedicada a a protección del medio ambiente, fauna animal y los derechos humanos. Además, admitió que en su infancia abusaron sexualmente de ella, primero su niñero y luego un grupo de amigos de su hermano, violándola en varias ocasiones.

“Los árboles me hablaron cuando no estaba segura de por qué seguía viva. Mi lealtad está con el reino animal y he jurado protegerlos a ellos y sólo a ellos. He rezado por las ballenas con mis pies en el océano, mis únicos amigos hasta que tuve hijos”, declaró Pamela Anderson, que también es una comprometida vegana desde hace muchos años.

El tiempo ha demostrado que Pamela Anderson es mucho más que dos pechos grandes y un cuerpo de infarto. A sus 50 años y con un presento y un futuro dedicado al activismo y la lucha por la defensa de los animales, Pamela sigue deslumbrando allá por dónde va, aunque los motivos de nuestra fascinación sean ya diferentes.