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TOUR DE FRANCIA 2017

La foto-finish decide el ganador: Kittel por 6 milímetros

El alemán batió con un último golpe de riñón a Boasson Hagen, que se había colado en la fiesta de los velocistas puros, y sumó su tercera victoria.

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La foto-finish decide el ganador: Kittel por 6 milímetros

La incertidumbre se alargó durante un breve rato que se convirtió en eterno. Los jueces estudiaban la foto-finish. Como hubiera escrito el difunto periodista Felipe Recuero, era “una llegada más apretada que las tuercas de un submarino”. En las imágenes de televisión resultaba difícil apreciar quién había ganado. Cuestión de milímetros. En concreto, de 6 milímetros o 3,10 milésimas. Parecía que el noruego Edvald Boasson Hagen se había colado en la fiesta de los velocistas puros. Sólo lo parecía. Por megafonía se anunció el vencedor: ¡Marcel Kittel! Y el alemán marcó un tres con su mano derecha. El último golpe de riñón le había dado su tercera victoria en el actual Tour de Francia, segunda consecutiva. Kittel se cruzó en el podio con Chris Froome, que se mantiene de amarillo en la víspera de un fin de semana de montaña. Los sprinters dejan paso. Tiempo para los gallos.

No pasó nada más en la etapa. Aunque pudo ocurrir. Hubo la clásica escapada imposible, con un cuarteto formado por Mori, Gene, Van Baarle y Bouet. No eran hombres peligrosos para la clasificación, solo aventureros, jornaleros de la bicicleta. Pero a falta de 50 kilómetros, los principales equipos tomaron las primeras posiciones con sus líderes. El Sky de Froome, el Movistar de Nairo, el BMC de Porte, el Trek de Contador… Soplaba el viento lateral por los viñedos de la Borgoña. Hubo nervios, tensión… Las orejas tiesas.

Pero al final no pasó nada. El pelotón llegó en grupo a Nuits Saint Georges, patria de algunos de los vinos más reconocidos del mundo: Romanée-Conti, La Tâche… Y también de aquella botella que aparecía en una novela de Julio Verne, ‘De la Tierra a la Luna’, que inspiró que la misión Apolo XV bautizara un cráter como St. Georges. En la Tierra esprintó Boasson Hagen, que había heredado los galones de su malparado líder Mark Cavendish. Pero quien subió a la Luna fue Kittel, la duodécima vez en el Tour.

Este sábado no se subirá a la Luna, sino a la montaña. Estas dos etapas llanas del jueves y el viernes han sido el puente que han enlazado la exhibición de Fabio Aru en los Vosgos, con los Montes del Jura. El Tour enseña en esta edición su repertorio de macizos y cordilleras, que se completarán con los Alpes (en dos tandas), los Pirineos y el Central. Y también una manera diferente de enfrentarse a ellas: no sólo con llegadas en alto. Dos imágenes del año pasado han invitado a la organización a probar otras fórmulas. Una: el descenso de Froome en el Peyresourde, con aquel postureo aerodinámico que le vistió con el maillot amarillo. Y dos: el ataque de Romain Bardet en la bajada del Bissane junto a su compañero Mickael Cherel, a 90 kilómetros por hora, que le colocó segundo en el podio de los Campos Elíseos. Fueron dos etapas decisivas. Y no se resolvieron hacia arriba.

Este fin de semana vuelve la montaña al Tour. Los sprinters se subirán al autobús. Es el momento de los aspirantes: Aru, Froome, Porte… Y ya veremos si también de los titubeantes Contador y Nairo Quintana. El domingo, ya en los Alpes, se celebrará la primera etapa con ese nuevo sello, con la meta situada en Chambéry a 26 kilómetros de la coronación del exigente Mont du Chat (8,7 km al 10,3%). Pero antes, este sábado, el pelotón calentará piernas en las montañas del Jura. Se llega a la estación de Rousses, tras un ondulado trayecto de 12 kilómetros después de la cima de la Combe. Otra variante para el repertorio.