¿Quién es Pablo Guede?
A esta altura todos sabemos qué tienen en común Felipe Núñez, Matías Lemmens, Leandro Romagnoli, Juan Mercier, German Cavalieri, José Quezada, Justo Villar, Arturo Vidal y Mark González. Sus discrepancias con Pablo Guede, en mayor o menor tono, implícitas o muy explícitas como en el caso del ex extremo izquierdo de Colo Colo, han sido públicas y puesto de relieve la particular forma de ser del técnico argentino que hoy goza de una cuota mayor de tranquilidad luego de la formidable victoria ante Católica en la Supercopa.
Guede es un entrenador estudioso que procura que sus equipos tengan siempre la iniciativa. En Colo Colo, defiende mano a mano, puebla el mediocampo, ataca por las bandas según el rival, trabaja el desmarque de Paredes, la aparición de los volantes con desequilibrio como Valdés e intenta no mover el esquema. En la pretemporada trabajó algunas innovaciones para atacar con un delantero y dos extremos. No perseveró. Usa la vieja máxima del ensayo-error para afinar el funcionamiento. Después si el equipo gana, empata o pierde, depende de múltiples factores. Lo claro es que está bien entrenado.
El problema del técnico bonaerense no está en sus ideas sino en la manera en que se relaciona con algunos dirigidos (y dirigentes) bajo determinadas circunstancias. Guede tiene una personalidad fuerte, un estilo frontal que genera climas internos complejos para ciertos jugadores. Cada uno de los ejemplos anteriores, salvo Vidal que cuestionó en redes sociales la decisión de no incluir a Gonzalo Fierro en la nómina de la última fecha donde Colo Colo aún podía ser campeón, da cuenta de controversias traspasaron las fronteras del camarín y detonaron en los medios. A diferencia de lo que sucede con otros entrenadores, en algún momento, le terminan sacando los trapos a sol.
Como Guede trabaja bien y su discurso táctico es convincente, parte importante del plantel cierra filas en torno a él. Paredes, es el mejor ejemplo. El técnico lo trata con una familiaridad única, con especial deferencia. Por lo demás, ¿quién podría cuestionarlo? El goleador le devuelve la consideración y estima con lealtad y compromiso a toda prueba. ¿Otra postal favorable? El abrazo que le dio este domingo Paulo Garcés al reencontrarse en el Estadio Monumental. El arquero de Antofagasta no resintió haber perdido la titularidad con Salazar y dejó Macul con un alto concepto de Guede. Entonces uno se pregunta ¿por qué deja flancos abiertos? ¿Por qué siempre algún jugador, colega o dirigente sale a darle? ¿Por qué no sale indemne de los clubes que dirige?
Es virtualmente imposible que un técnico deje conforme a todo el mundo. Como Pellegrini, que solo tuvo desencuentros con Comizzo y Riquelme, hay pocos. En el fútbol siempre hay heridos en el camino, pero esas historias solo se visibilizan de vez en cuando. Los códigos de camarín se encargan de enmascarar las desavenencias, de relegarlas a un segundo plano. Nadie habla. No corresponde pedir explicaciones cuando te ponen ni cuando te sacan, dicen comúnmente los jugadores. Entonces, si la ropa sucia se lava en casa, por qué Guede sale al baile tan a menudo.
Las durísimas críticas de Mark González, si bien perdieron fuerza por su escaso aporte, se unieron a los cuestionamientos de Justo Villar por cómo se gestó su salida del club. ¿Pudo Guede resolver mejor ambos casos? Al zurdo lo condenó su pobre registro y desde el punto de vista técnico fue razonable que no siguiera. Respecto de Villar, Guede tomó una decisión fría, impopular y optó por contratar otro arquero extranjero de categoría. Cuando se le preguntó por la partida del paraguayo dijo que la determinación se la manifestó en privado a los dirigentes y eran éstos los llamados a referirse al caso. Saque usted sus conclusiones.
Con todo, más allá de cualquier consideración sobre sus formas, el futuro de Guede está condicionado por los resultados. Si hubo ruido interno con González, Villar y el gerente técnico Oscar Meneses, la tensión ha bajado notoriamente. Barroso, por su lado, admitió tener diferencias con el técnico, pero aseguró que el club está por encima de cualquier discrepancia y Fierro, quien seguramente figura incómodo por la falta de oportunidades, se ha mantenido silente. El vestuario, en apariencia, luce alineado, comprometido con el entrenador y las metas de la temporada. Ahora bien, ¿será igual si los objetivos no se cumplen? ¿Saltará otro fusible? Este miércoles ante La Serena por la Copa Chile, el adiestrador del Cacique intentará seguir recuperando crédito y una dosis importante de tranquilidad. No está fácil. Debe ganar por tres goles de diferencia para forzar los penales.
Capítulo aparte: la admirable paciencia de Gonzalo Fierro. Hace mucho rato debió tener opciones de jugar. Estoico, no reclama, al menos, hacia afuera.