Hernández
Millones solo para algunos
Hace cuatro años el contrato entre la ANFP y Megasports por los derechos de transmisión y comercialización de la selección le reportó al fútbol chileno 106 millones de dólares. Una cifra hasta entonces inédita que se canceló en cuotas y, desagregada, contempló un mayoritario pago en dinero y otro porcentaje en canje publicitario. Orgulloso, Sergio Jadue declaró a los cuatro vientos que se trató de una estupenda negociación y muy provechosa para la actividad.
Vaya si lo fue. Pero solo para algunos. No hubo mejoras en infraestructura ni inversión en las selecciones menores. Tampoco planes de desarrollo para áreas sin recursos como el futsal o fútbol femenino. Obviamente, una parte de la plata se destinó al trabajo de la Roja, pero otra se repartió entre los clubes y en el uso discrecional del procesado ex presidente de la ANFP. Con ese dinero, además, la administración Jadue hizo préstamos truchos, desvió fondos y financió necesidades personales y excentricidades del fallido dirigente.
Sabemos cómo terminó la historia para Jadue y el forado financiero que generó en Quilín. De hecho, el reciente acuerdo con Turner por 119 millones de dólares permitirá después del pago de varias cuotas acabar con el déficit de arrastre. Recién entonces, una vez producido el saneamiento, el fútbol chileno podrá dar los primeros pasos para echar a andar el plan de renovación de infraestructura que tendría en mente Arturo Salah. ¿Conclusión? El despilfarro de recursos y la pérdida de tiempo en los años del dirigente calerano le hicieron un daño gigantesco al balompié local. La evidencia es concluyente.
Resulta abiertamente contradictorio que una selección que lleva varios años en el top ten del ranking FIFA, jugó dos mundiales consecutivos, ganó dos copas América y genera recursos millonarios no haya logrado reinvertir esa plata en temas inherentes a su propio desarrollo. Ya no estamos hablando de futsal o fútbol femenino sino que de las selecciones menores. ¿Cómo es posible que las Sub 20 o 17 deban entrenar en Quilín, en canchas de regulares a malas y vestirse en estrechos camarines? Con el actual estatus de la Roja adulta es incongruente y derechamente lamentable que las categorías más bajas, las que nutrirán el recambio, tengan un centro de operaciones como el complejo Fernando Riera que no cuenta con una cancha reglamentaria. Flaco favor se le hace a la memoria de uno de los técnicos más influyentes en la historia del fútbol chileno.
El problema es extensivo también a Juan Pinto Durán donde más allá de las importantes mejoras que implementaron Harold Maynne Nichols y Marcelo Bielsa el tiempo se detuvo. Al complejo se lo comió la ciudad. Y quedó chico. Además, las soluciones para asegurar la privacidad del recinto acabaron siendo un agravio para los vecinos directos. Urge salir de ahí.
Si los clubes reciben hoy pingües aportes del CDF y están a la expectativa de una eventual venta que multiplique sus ingresos sería insano y un mega error repetido que una porción del dinero de la Roja fuera a parar a sus cuentas corrientes. Afortunadamente, y más allá del lobby de los voraces que nunca faltan, la actual administración tiene claro que la llave se cerró y una vez que los números sean azules el camino es la reinversión y, en un escenario ideal, renovar la actual infraestructura. Si algunos clubes quedan con cuello y necesitan más plata sin moverse de sus escritorios se la pueden pedir a la luna.
Como a Salah le queda un año y medio en el cargo es imposible que inaugure un nuevo Juan Pinto Durán, pero sería un enorme avance que deje encaminada la mudanza, con un plan serio que incluya la venta del complejo de Avenida Las Torres y un importante aporte estatal. Probablemente, aun así los recursos serán insuficientes y habrá que venderle el nombre a una marca como ocurre en los países desarrollados. A los románticos no les gustará, pero son los tiempos que corren. Y si ésto es determinante para que en unos años más todas las selecciones cuenten con un lugar de concentración y entrenamiento de estándar mundial no hay ni que pensarlo.
En un ejemplo a menor escala, qué no pase como el tenis que después de Ríos, González y Massú sigue teniendo un court central destartalado y la federación acaba de perder la administración del complejo de Cerro Colorado.