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La fórmula de Miguel Ramírez

Miguel Ramírez lleva cerca de dos años al mando de San Luis de Quillota. En su ciclo, los dirigidos por el DT habían vencido a Universidad Católica y Colo Colo en la cancha de pasto sintético del Estadio Lucio Fariña.

Solo les faltaba superar a Universidad de Chile. Antes del encuentro, el panorama no se veía favorable. En una baja presentación cayeron ante Everton y los azules sumaban dos triunfos, prolongando así en el Transición el brillante título del torneo pasado. Sin embargo, Ramírez los guió a un gran partido y, con merecimientos, ganaron 2-0.

La fórmula del DT canario se fundamentó en cuatro ejes: accionar veloz, juego agresivo por las bandas, presión sobre la salida del rival y emparejamientos defensivos.

El primer aspecto ostenta este lugar, porque sin duda fue el más relevante. Los quillotanos propusieron un juego muy rápido. Veloz por la múltiples acciones de máxima intensidad de cada jugador (para defender y atacar). También por el viaje con celeridad del balón.

La repetición de 'piques' se mantuvo inalterable, hasta el pitazo final. Lo mismo sucedió con la dinámica de control y pase. Nada de conducciones sin ton ni son: emisor y receptor del pase unidos a través del movimiento y el impacto fuerte a la pelota.

San Luis instaló dos hombre por cada banda. Rodrigo González y Gerson Martínez por la derecha. Felipe Saavedra e Ignacio Lara en el otro costado. El patrón de movimientos de las duplas, ofensivamente, se circunscribió a dos acciones: internación del extremo y pasada del lateral por afuera; apertura del alero y avance por el interior del marcador de punta.

Los binomios Rodríguez-Arancibia y Beausejour-Benegas no pudieron contrarrestar las maniobras. El elenco local venció en los minipartidos por los flancos y, en el fútbol actual que le otorga importancia capital a la Amplitud (abrir la cancha), estos deciden un encuentro.

La presión en la salida fue el tercer aspecto clave desarrollado por la escuadra de Ramírez. Dogmáticos, los azules intentaron siempre iniciar el juego desde atrás a ras de piso. La línea ofensiva local (Martínez, Mauro Caballero y Lara, más el respaldo de Ronald González) interrumpió u obstaculizó la mayoría de los intentos. Así nació el golazo del propio González: hubo una recuperación en campo contrario y todo terminó con un tiro al ángulo del zurdo, desde 35 metros.

Si los quillotanos salían con envíos largos desde atrás, ¿por qué la U no adoptó la misma estrategia como plan de contingencia? ¿Acaso ese comportamiento táctico del local no alertaba de que la cancha y el partido no estaba para exacerbar la prolijidad?

Finalmente, llamó mucho la atención la propuesta de Ramírez de generar múltiples emparejamientos defensivos al momento de recuperar la pelota. Los extremos tomaron a los laterales azules, el centrodelantero se encargó de los centrales y Ronald González, el '10' quillotano, marcó a Lorenzo Reyes.

Más atrás, Álvaro Césped fue sobre Lorenzetti y Braulio Leal se encargó de Rafael Caroca. Incluso los volantes centrales quillotanos, con el balón en movimiento y sin tiempo para intercambiar las marcas, no dudaron en cruzarse e ingresar a la zona de acción no correspondiente. Una especie de marcación individual de corte temporal. Toda una novedad para los que creíamos que este recurso táctico estaba desterrado.